De 7.000 quejas en la Sanidad balear, solo 5 estaban relacionados con el desconocimiento del catalán del médico, lo cual da idea de la manipulación ideológica del Pacte, que como todo el mundo sabemos no ha venido a solucionar problemas sino a crearlos y todo por imponer el barcelonés. Y a «normalizar», repiten ellos.
Podrían entender que el catalán está garantizado en la educación y en la sociedad, pero no quieren. O sea, exigen todo el espacio social para este idioma arcaico, impuesto y confuso que apenas hablan cinco millones de personas. Frente al español que va para 700 millones o el inglés, un idioma universal. Viven en su burbuja de irracionalidad y fanatismo, autosugestionados en una aventura que solo puede acabar mal.
Nadie les ha amenazado con suprimir la enseñanza del barcelonés. Y debiera suprimirse, al menos en Valencia y Baleares, donde se usa otro estándard, por decirlo de forma amable. Por muchos millones enterrados durante los últimos 40 años de inmersión y otros mangoneos financiados, no consiguen sobrepasar el cincuenta por ciento de votantes en catalán. Un idioma cada vez menos usado (UIB dixit), desprestigiado y odiado visceralmente por muchos. Muy lamentable.
Lejos de cambiar de táctica piden dinero, cada vez más dinero procedente de los impuestos de todos los españoles. Ha bastado que el ministro Méndez Vigo anuncie que está valorando reintroducir el español en la educación en Cataluña, o que Ciudadanos acaricie la idea de ofrecer el trilingüismo (como Bauzá en Baleares), y los catalanistas han explotado entre grandes aspavientos, amenazando con un Apocalipsis.
Joan Tardá acusa al PP de querer dinamitar la inmersión. Dinamitarla no, pero suprimirla sería lo correcto. Los de la ANC, los radicales que comen del pesebre, avisan de una división social. No habrán visto la actual entre Tractoria y Tabarnia y las consiguientes manifestaciones. Quienes se han saltado la legalidad de 25 sentencias al menos, acusan al PP de falta de legitimidad para reintroducirlo. En fin, los radicales en plena vena poética de victimismo. Los mismos que han arruinado Cataluña.