Si lo he entendido bien, las Pitusas están ralentizando su crecimiento. La economía va como una moto, pero ha rebajado un poco el gas. Y parece que esto preocupara a algunos. A mi me reconforta, quizás sea la solución para las islas que no pueden seguir como un cohete. No estamos preparados ni nos lo merecemos ni es vida.
Al final del año habrán venido los mismos turistas, pero a un ritmo más pausado. La temporada pasada nos dimos cuenta de que las expectativas habían sido elevadas en exceso y mucho hoteles se vieron obligados a ofrecer descuentos y promociones. No se hundió el mundo por ello. Hogaño vamos a seguir con una tendencia al alza de un 3%.
Las Pitiusas necesitan repensarse. Se han hecho muchas cosas mal. Y ahora estamos recogiendo las consecuencias, para empezar la cantidad de turistas de clase media se esponjará y el extremo oriental mediterráneo recuperará los millones de turistas que nos prestó desde 2011. Por el camino hemos dejado a mucha gente insatisfecha, incluso irritada. Los trabajadores ya no se plantean venir a Ibiza, mucho menos los funcionarios. No solo por esta totalitaria imposición del catalán, que tanto nos está dañando, también por una carencia de viviendas y de infraestructuras. Y por unos precios salvajes que no puede afrontar alguien con una nómina modesta, la mayoría. A Ibiza, ni de regalo. No quieren venir. Destinar a un funcionario a Ibiza o a Baleares es un castigo, como en el siglo XIX.
No podemos prescindir del turismo, que representa el 11% del PIB en España, el 34% en Canarias y el 45% en Baleares, en números redondos. Somos la comunidad más dependiente del turismo. O sea, el turismo es una fábrica de riqueza que todo el mundo ansía conseguir. Que hayamos descendido de un 4,1 % en 2016 a un 3,5 en 2017 no debe alarmarnos. Incluso aunque sigamos descendiendo, porque la realidad es que seguimos creciendo.
Y no usen estas cifras para pugnas políticas. Los políticos cuanto más lejos mejor.
@MarianoPlanells