Hoy es siempre todavía, como afirmaba Machado. En la pluma de ese Antonio que tenía sangre y crianzas andaluzas, pero alma castellana, titilaban frases punzantes que, un siglo después de haber sido enunciadas, siguen mostrando crudas realidades. Él acuñó como nadie el término «paria», definiendo a la perfección a los que ya no somos de esa que en un tiempo fue nuestra casa ni tampoco de esta que hoy nos alberga.
Antonio Machado todavía se revuelve en sus poemas cuando son leídos, no entendidos y mucho menos aplicados. ¿A cuántos de los que emitimos nuestro primer llanto lejos nos duele cada ofensa, cada injuria y cada afrenta más que a los que lucen orgullosos una ristra de apellidos ibicencos? ¿Quiénes sois hijos de «forasteros» y por ello considerados ciudadanos de segunda, tan «murcianos» como los que osamos un día cruzar el mar para ser felices en este paraíso, aun habiendo nacido aquí? Miradnos, reconocednos, el amor nos ha convertido ya en seres idénticos y esta fusión de culturas nos hace más ricos y más sabios.
En Aranda, mi pueblo, el que me vio nacer y del que me marché con la juventud y los sueños altos, me llaman «la ibicenca» y siempre me preguntan sin mucha esperanza cuándo volveré. Aquí sacó los dientes y defiendo con palillos el lugar desde el que escribo y donde hoy despierto mis anhelos. Navego, como Machado, entre el Duero y en este caso el Mediterráneo, y recreo su «hoy es siempre todavía», blandiendo este aforismo para despertar a los que están dormidos. Vosotros, los que os resignáis asegurando que las cosas no pueden cambiarse y apagando cada noche las luces para no ver el futuro, sabed que hoy podemos cambiar el mundo. Juntos, los de aquí, los de allí y los que están por venir, porque unidos somos imparables.
Llevo 15 años escribiendo y leyendo noticias sobre los mismos temas, pero hoy es siempre todavía. Aun confío en no tener que pisar nunca las nuevas instalaciones judiciales de nuestra isla, en poder beber algún día agua del grifo y bañarme sin miedo a los vertidos en Talamanca, en poder pernoctar en el Parador de Ibiza y en que obtengamos la capitalidad de Vila.
Parece de hecho que este último punto está más cerca de ser una realidad, ya que el Parlament Balear va a acoger una iniciativa legislativa en la que se pide este reconocimiento. Este hecho, que nos supondría tener como capital a Eivissa y no a Palma, se traduciría en una mejor dotación económica y de servicios y en la eliminación de muchos trámites engorrosos que se atribuye otra isla a la que no podemos llegar nadando. Eso sí, para que este hoy siga siendo todavía, se han rebajado las compensaciones económicas que supondría asumir estas competencias, pasando de los 7 millones de euros anuales exigidos en 2010 a los 5 que aceptaríamos hoy, pero, al fin y al cabo, ¡qué son 2 millones de euros, «chiquis», para una petición histórica y que sin duda merecemos!
Puede que muy pronto deje de ser una chica de villa o de pueblo para convertirme en una mujer de ciudad, porque yo sí creo, como Machado, que soy de aquí y que hoy es siempre todavía.