El expresidente del Govern de Balears, José Ramón Bauzá, anunció la pasada semana que abandonaba el PP, «un partido al que jamás votaría».
En su carta de despedida Bauzá se jacta de que durante su mandato : «Reformó radicalmente la Ley de Normalización Lingüística, impulsó el TIL para acabar así con la inmersión lingüística en catalán en las escuelas y aprobó la Ley de Símbolos, para evitar la simbología pancatalanista». Aún no se ha dado cuenta el expresidente que justo fueron esas acciones -entre otras- las que hicieron que los propios votantes del PP le dieran la espalda y la izquierda haya acabado gobernando en Baleares.
Su política de enfrentamiento provocó multitud de protestas y el enfado de numerosos colectivos de todos los colores. Aún no entendemos a quién «engañó» Bauzá para llegar a la presidencia del partido y del Govern. Su formación nunca fue tan lejos en contra de la lengua propia de las islas. Cañellas fue el presidente que aprobó la Normalización Lingüística, Tòfol Soler siguió en esa misma línea y Matas estaba por otras cosas, pero nunca se enfrentó al catalán.
Con esta despedida el que acaba ganando claramente es el PP, que se libra de un militante tan molesto como poco enriquecedor. A pocos meses de las elecciones, Bauzá deja el Senado, donde ha estado cobrando más de 6.000 euros al mes, además de viajes y taxis gratis. A cambio, su actividad en la cámara alta ha sido muy discreta. Si tomamos como medida las preguntas formuladas por Bauzá, en 2015 y 2016 ninguna y entre 2017 y 2018, veinticuatro. El cómputo total de otros senadores baleares es muy superior. Miguel Ángel Ramis, 196 preguntas, Santiago Marí, 217 o Francesc Antich 2.635. Nada más que añadir a este respecto. Dice Bauzá que se vuelve a su farmacia de Marratxí. Es probable aunque no descartemos nada.