Debido a las dos convocatorias electorales tan seguidas, 28 de abril y 26 de mayo, nos encontramos inmersos desde primeros del pasado mes en una campaña electoral permanente. Y es en esta circunstancia de contienda electoral que se nos bombardea con un sinfín de promesas y propuestas que supuestamente han de afectar positivamente nuestro día a día en los próximos cuatro años.
Lo que se pretende desde los diferentes partidos políticos es convencernos de las bondades y maravillas que nos esperan si nos decidimos por votar a su partido. Pero lo cierto es que si se analizan al detalle todas y cada una de estas promesas o propuestas, pueden surgir numerosas dudas y varias preguntas: ¿Es esto que nos proponen lo que realmente necesitamos? ¿Servirán estas propuestas para resolver de forma rápida los problemas mas graves y acuciantes que nos afectan? ¿Cuándo se cumplirán esas promesas, el primer año o el ultimo mes de la legislatura, si es que acaban cumpliéndose?
En esos periodos de campaña electoral se quiere abarcar absolutamente todo, se quiere dar la sensación de que en cuatro años se hará todo lo imaginable y más, cosa que sabemos que nunca ocurre. De aquí que todos los partidos políticos deberían plantearse un estricto orden de prioridades, en función de la urgencia de cada una de las necesidades.
Por parte de unos, aparece la recurrente propuesta de bajada de impuestos, vinculando la misma a la práctica totalidad de las áreas de gestión de las diferentes administraciones. Parece que eso vaya a ser la panacea, la resolución definitiva de todos los problemas; pero la realidad es terca y acaba demostrando que eso no es así. Por ejemplo, en Vila se ha dicho que una bajada de determinados impuestos municipales, como pueda ser el IBI, permitirá resolver la problemática de la vivienda. ¿Realmente pretenden hacernos creer algo así? En nuestra isla el grave problema de la vivienda, no es tanto la falta de viviendas o el impuesto sobre los bienes inmuebles que paguen los propietarios de las mismas; el problema real está en el elevadísimo y abusivo precio de los alquileres, precio que la gran mayoría de trabajadores con un sueldo normal no pueden pagar. O en la explotación de dichas viviendas tan solo algunos meses al año, dejándolas cerradas la mayor parte del mismo. O en el inexistente stock de vivienda pública para poder aplicar medidas sociales. Y todo ello no se resolverá bajando el IBI a los propietarios de las viviendas en un municipio.
Algo parecido ocurre con determinadas propuestas de algún partido, apostando por la construcción de infraestructuras totalmente prescindibles en la actualidad y que solo supondrán un importante desembolso de dinero publico que debería ir destinado a medidas urgentes para resolver los problemas más acuciantes. O bien con otros compromisos electorales que ya resultan repetitivos porque vienen figurando en los programas, pero siguen sin cumplirse y se vuelven a anunciar para la próxima legislatura.
Todos los partidos, pero muy especialmente aquellos que tienen posibilidades reales de llegar a gobernar en las diferentes instituciones de nuestras islas, deberían reflexionar seriamente sobre cuáles son los asuntos que requieren de una urgente intervención de la Administración y de una vez por todas, priorizarlos y asumir compromisos reales y cumplirlos a rajatabla y dejando de marear la perdiz.
Los compromisos genéricos o globales, pueden quedar bien sobre el papel de los programas electorales, pero lo que la gente espera es que los partidos dejen de hacer castillos en el aire, dejen de levitar, pongan los pies en el suelo, contacten con la realidad social y económica de nuestras islas y de nuestra gente y que los compromisos que adquieran sean menos numerosos, pero más reales y que realmente empiecen a cumplirse desde el primer día que se toman las riendas de una Administración.
La gente está deseando ponerse al lado de quien realmente luche por dar solución a sus problemas y no les decepcione.