Tras lo acontecido esta semana con el escrutinio de las elecciones municipales en la ciudad de Eivissa, se puede afirmar que alguien dio pucherazo. Que nadie se eche las manos a la cabeza. El diccionario de la RAE define la expresión «dar pucherazo» así: «Computar votos no emitidos en una elección». Y eso nadie podrá dudar que sucedió, porque en el recuento electoral de la noche del domingo se atribuyeron votos a distintas formaciones que realmente no los habían obtenido por un error en la transmisión de datos. Nadie ha dicho sospechar de fraude electoral, pero me asalta la duda al pensar qué hubiese sucedido si en lugar de gobernar el PSOE, lo hiciese el PP. Mucho me temo que en tal caso si el recuento oficial hubiese sido favorable al partido en el gobierno, en este país se arma la de San Quintín. Y con razón. Pero ya ven, no ha pasado nada. La ministra portavoz, Isabel Celaá, le resta importancia al asunto y ayer lo despachó tras la reunión del Consejo de Ministros con un «quítame allá esas pajas». Pero lo sucedido es de extraordinaria gravedad, diga lo que diga Celaá.
Se nos garantizó que el Estado estaba preparado para hacer frente a cualquier injerencia para incidir en el resultado de las elecciones. Se nos dijo que el Gobierno había activado una unidad contra las «amenazas híbridas» y los ciberataques, con expertos de Seguridad Nacional, Presidencia del Gobierno, el CNI, Exteriores, Interior y Defensa. Todo estaba preparado para blindar el proceso electoral y para neutralizar cualquier ciberataque que pudiera surgir. La prensa publicó: «Un grupo de personas coordinadas por La Moncloa ha empezado a rastrear las redes para identificar falsedades o distorsiones de los hechos. Más allá de este pequeño círculo, cada ministerio tiene el encargo de hacer lo mismo y de comunicar sus hallazgos para analizarlos de manera urgente». ¡Y un pimiento! Resulta que la mayor noticia falsa la proporcionó el Ministerio del Interior.
«Son errores humanos que se producen en todas las elecciones habidas y por haber», dijo la ministra portavoz Isabel Celaá. Otro embuste. Errores de la magnitud de lo sucedido en Eivissa no han sucedido jamás. Se dio por vencedor a quien no lo era y se atribuyó un papel clave a un partido que finalmente ni siquiera tiene representación en el consistorio. Y a partir de ahora, ¿quién podrá creer en las cifras que facilite Interior en la noche electoral? Mejor nos vamos a dormir todos pronto y ya iremos al recuento de la Junta Electoral dos días más tarde.