Siempre hay un elefante rosa que tapa a otro. Día tras día nos despertamos con una nueva plusmarca del megavatio. Ayer alcanzó los 172 euros por hora y átense los cinturones porque vienen curvas. Hoy el precio mayorista de la luz costará más de 188 eurazos. Eso sí, la maquinaria gubernativa está excelsamente engrasada.
Las centrifugadoras mediáticas funcionan a full con reportajes diarios sobre qué debemos hacer o, mejor dicho, qué debemos dejar de hacer para que la factura de la luz no nos pese como un elefante. Ya son legión los paisanos que ponen lavadoras a altas horas de la madrugada o los que se han introducido en el relajante mundo de la práctica del macramé con los ojos cerrados para matar las horas. Ya saben que a la hora de cobrar impuestos, como a la de vacunar, el gobierno de la gente no pregunta a quién votaste.
El presidente Sánchez anunció el lunes las ansiadas medidas para poner freno a una escalada de los precios sin precedentes. Un sablazo en toda regla que pasa desapercibido entre los clásicos tuiteros del ala izquierda del pajarito. Los mismos que soslayan que el grueso del tarifazo se debe a los impuestos y apuntan todos los tantos a la ‘vice' Yolanda Díaz. El desorbitado precio de la electricidad compite con el menos comentado atraco que supone llenar el depósito de gasolina. Ayer, el luminoso de la estación de servicios marcaba el litro de 95 a 1,569 euros. Con estos precios el personal deja aparcado el coche y también las bicis o patinetes eléctricos. Pero visto el perfil Tourmalet del IPC de agosto también tendremos que apretarnos con la cesta de la compra.
El INE confirmaba el martes una escalada de los precios de hasta el 3,3 %, máximos desde 2012. Luz, gasolina y cesta de la compra por las nubes, bonita conjunción para un brindis al sol.