Este miércoles fui invitado al IES sa Blanca Dona para dar una charla sobre cómo se hace un periódico y una revista. Gracias infinitas a los estudiantes por su atención por más que al principio les pareciera un bicho raro que iba a contar una lección aburrida y sin interés. Lo cierto es que al final ellos se animaron y me hicieron muchas preguntas interesantes y seguro que les saldrá una revista preciosa. Sin embargo, viendo la parte de sus caras que ahora deja la mascarilla pude detectar cierto grado de sorpresa y decepción cuando preguntaron sobre los famosos que había entrevistado y les respondí que yo tengo otro concepto de famoso o persona importante.
Si algo he comprobado en primera persona con el paso de los años en esta profesión lo que me dijeron el primer día en la Agencia EFE, todos, seamos quienes seamos, vamos al baño de la misma manera. Además, ¿dónde está el baremo para decir que alguien es famoso o importante? Es difícil de establecer porque para ellos lo son Messi, Ronaldo, Paris Hilton, Rosalía… pero para mí lo es ese transportista que se cruza España con su camión.
Lo es el médico, la enfermera, el barrendero que hace que no nos coma la basura, la mujer que además de trabajar, ejerce de madre y ama de casa, la abuela o el abuelo que transmiten tradiciones para que no se pierdan, el bombero, el policía, el Guardia Civil, los profesores que educan a nuestros hijos, mi peluquero de cabecera que cada día abre desafiando a un IVA insostenible y a unos alquileres abusivos, los voluntarios, los misioneros, el del supermercado que siempre coloca todo perfecto o la chica de la gasolinera que me regala una sonrisa cuando reposto.
Para mí, son famosos e importantes tantos y tantos rostros anónimos que salen adelante como pueden en esta maltrecha sociedad ayudando de paso a los demás. Intenté explicárselo pero la mayoría alucinó. Solo alguno miraba atentamente y asentía, demostrándome, que a lo mejor, aún hay esperanza.