Gigante hasta en el adiós. 22 años han pasado entre la fulgurante irrupción de aquel joven espigado y huesudo que subía la pelota como si fuera un base del siglo pasado, y la leyenda que se codeó con las estrellas del firmamento de la NBA. Noches de insomnio frente al televisor, noches de sueños con El Extraterrestre , como lo bautizó el maestro Andrés Montes. Imposible olvidar esas narraciones en horas golfas, esos: «¡Espectacularrrrrr, Daimiel! ¡Jugón! ¡Sen-sa-cio-nal!» mientras en sonido ambiente se colaba el macarrónico «¡un, dos tres, olé!» de los locutores yankees, asombrados por la desvergüenza que mostraba el rookie Pau Gasol ante estrellas como Kevin Garnett. El niño de Sant Boi maduró a marchas forzadas en Memphis para luego triunfar con el color púrpura y dorado de los Lakers.
Dos anillos acreditan sus éxitos con la franquicia de Los Ángeles. El añorado Fernando Martín abrió la puerta de la hasta entonces inalcanzable NBA y Pau Gasol tendió un puente dorado entre España y Estados Unidos. Pau Gasol, E.T., la leyenda, bajó el telón a su carrera en el Teatre Liceu. «Quería acabar jugando, no en muletas», remarcó el líder, el padre de «la familia» que formó la selección española más laureada de la historia. De su mano llegaron el oro en el Mundial de 2006, tres oros, dos platas y tres bronces en Eurobaskets, y dos platas y un bronce olímpicos. Hace uno meses disputó sus quintos Juegos Olímpicos, una marca inalcanzable para el 99 por ciento de los deportistas.
La figura de Gasol va más allá de lo deportivo. Sus valores le han convertido en uno de los mejores (sino el mejor) embajador de la marca España. Y en su despedida no faltó un recuerdo para su alma gemela, su ‘hermano mayor ': Kobe Bryant . «Me gustaría mucho que estuviera aquí, pero la vida a veces es muy injusta. Me enseñó cómo ser un mejor líder, un mejor competidor, lo que significa ser un ganador». Pau Gasol, la leyenda.