Cuando uno se compra una casa, toma una de las decisiones más importantes de su vida. Primero hay que tener dinero para una entrada o bien solicitar un préstamo. En el mejor de los casos, los padres pueden echar una mano, pero eso no ocurre siempre. Luego hay que pensar en los impuestos, que suponen un 10 por ciento del valor de la vivienda. Los que han comprado una casa saben que necesitan varios años para normalizar la economía familiar y es bastante probable que durante un tiempo hay que renunciar a vacaciones y a bastantes caprichos. Pasados unos años, y si las familias consiguen algún dinero extra, comprar una segunda vivienda puede ser una buena inversión.
Se piensa en aquella casa para un hijo, para alquilar y disponer de una renta extra o revenderla y sacar una plusvalía. Todo ello pagando impuestos, por supuesto. Pues bien, toda esta teoría se ha ido al traste después de leer la entrevista con Aitor Morrás, concejal de Vivienda del Ayuntamiento de Vila, que viene a decir que serán los dirigentes políticos los que decidirán a partir de ahora lo que hacen con las propiedades privadas porque ya se sabe que todos aquellos que tienen una segunda residencia o una vivienda vacía por el motivo que sea -igual no pueden reformarla- son todos unos especuladores y, por supuesto, unos antisociales e insolidarios. No basta con pagar los impuestos correspondientes -Actos Jurídicos Documentados, IVA o Transmisiones Patrimoniales- y el IBI cada año para pagar sueldos como el de Morrás.
Ahora políticos cuya preparación podemos cuestionarnos abiertamente decidirán a qué deben dedicarse las viviendas en Vila. Al carajo la política del esfuerzo o quedarse sin vacaciones durante muchos años. Y para qué ahorrar pensando en los hijos o en una renta complementaria de cara a la jubilación. Directamente le dan las llaves del piso a Morrás y él decidirá. Para temblar.