Ayer por la mañana entrevisté a Alberto Martos, director del impactante documental Vivir sin país en el que refleja la durísima y desesperada situación que vive la comunidad rohingya. Reconozco que hasta que no vi el documental jamás había oído hablar de este pueblo que, según este director afincado en Ibiza, «es la minoría étnica y religiosa más perseguida del mundo». Trabajo de periodista, me considero una persona leída como diría mi abuelo Leandro e intento estar atento a la actualidad, pero ni por esas. Ha tenido que venir Martos y la productora ibicenca Pauxa Films para darme, una vez más, una bofetada de realidad recordándome que los que vivimos en este mal llamado primer mundo no somos el centro de todo. Y cómo los medios de comunicación marcamos la agenda informativa.
Martos me explicó, con toda la razón, que la realidad de esta comunidad que ha sufrido y sufre un brutal genocidio por parte del gobierno birmano es prácticamente desconocida para el común de los mortales porque a periódicos, televisiones, radios, blogs, instagramers o influencers no les parece interesante hablar de la que es considerada la mayor migración jamás registrada en la historia, con 700.000 personas huyendo de su hogar para intentar sobrevivir como pueden hacinados en campos de refugiados en Bangladesh donde no se dan las condiciones mínimas para una vida digna. Ni tampoco informar sobre aldeas quemadas, violaciones y ejecuciones masivas. Quiero pensar que tal vez se deba a que hay demasiados intereses por medio, con países tan poderosos como China y Rusia con proyectos en la zona y con un derecho a veto en Naciones Unidas que me hace perder toda esperanza sobre su funcionamiento.
Aunque me duela, deseo que sea por eso y no porque los medios de comunicación prefieren hablar y opinar, al igual que tres cuartas partes de España y buena parte del mundo, de la destitución de Ronald Koeman como entrenador del FC Barcelona y del posible fichaje de Xavi Hernández. Quiero creerlo porque, oigan, que quieren que les diga, yo me quedo con los rohingya antes que con el negocio del fútbol.