Mi padre, del que he aprendido tantas cosas, siempre decía que en esta vida hay que ser muy agradecidos. Siempre dar gracias por lo que tenemos porque al final somos unos afortunados. También decía que hay que tener amigos hasta en el infierno. Dos consejos que siempre busco aplicar para intentar parecerme a él. Solo con ser un diez por ciento de lo que era Rober ya es mucho, pero créanme que lo intento porque al final él es el mayor ejemplo que tengo en esta vida. Así que mil gracias por esta semana en la que he descubierto y he aprendido tantas cosas. Es lo que tiene este trabajo de periodista del que refunfuño mucho más de lo que deseo. Tenemos la inmensa fortuna de aprender casi cada día y de conocer a personas que con su trabajo, su experiencia o su simple ejemplo te demuestran que otro mundo es posible.
Las primeras son las actrices, empresarias, modelos y sobre todo felices madres primerizas Ana Vide y Bárbara Hermosilla. Dos pedazo de mujeres que, junto a Marta Aledo y un equipo increíble, hace unos meses se liaron la manta a la cabeza y se embarcaron en el precioso pero también complicado proyecto de grabar el cortometraje Ellas, en el que reivindican el papel de la mujer embarazada en el mundo del cine, las series de televisión o el teatro. Se atrevieron a desafiar a quien hiciera falta para poner en valor un tema que, desgraciadamente, no se había tratado hasta que llegaron ellas. Suena increíble que este tema siga siendo tabú en pleno 2022, con tantas medidas para lograr la igualdad entre hombres y mujeres, con tantas inversiones, con tantas manifestaciones y con un ministerio enorme. Suena increíble que haya que trabajar para normalizar la presencia de unas actrices con sus bebés en el photocall de un festival o a la hora de recibir un premio. Y, por supuesto, que tengan que renunciar a parte de su carrera por quedarse embarazadas o por, simplemente, querer disfrutar de lo maravilloso que es sentir como crece una vida en tu interior. Así que gracias chicas por ser tan valientes. Y, por supuesto, enhorabuena por el premio en la Semana del Cine de Medina del Campo.
El segundo agradecimiento de la semana es para otra mujer. En este caso para la cantante y directora musical ucraniana Kristina Kyashko, encargada del coro de la iglesia griega y ucraniana de Ibiza. Una joven nacida en 1990 en Ivano-Frankivsk, una región al oeste del país, que habla con una gran entereza y determinación sobre la invasión que ha sufrido Ucrania por parte de Rusia. Cuando se cumple un mes de esta guerra que nadie entiende, hablar con ella de música, de canciones, de lo necesaria que es la paz antes de que todos mueran o de cómo sus padres, con 62 años, se han quedado para defender su tierra, encoge el alma. Hace que se te pongan los pelos de punta, pero también te hace reflexionar sobre muchas cosas. Sobre cómo, por ejemplo, los delirios de un loco pueden cambiar la vida de tanta gente de la noche a la mañana. Cómo la vida humana no vale nada en estos tiempos que corren y cómo aún en algunos sitios una bandera es mucho más que un trozo de tela triste como cantaba Jorge Drexler. Cómo aún hay algunos países donde el sentimiento de pertenencia es tan grande que a miles de kilómetros de distancia un grupo de personas que sienten que lo están perdiendo todo son capaces de aprender todos juntos una canción que dice «Dios, quítanos los grilletes, no nos dejes morir en el yugo, dale libertad a Ucrania, dale felicidad y destino».
Y, finalmente, el tercero es para todos los que hacen posible Ibiza Inclusion Fashion Week. Los dos promotores son Enrique Villena y Emma Torres, Emma Torres y Enrique Villena, tanto monta, monta tanto, pero detrás hay un equipo increíble que está haciendo un enorme trabajo para conseguir que la inclusión total deje de ser una quimera inalcanzable y esté, al menos, un poco más cerca cada día. Cuando dicen que tanto esfuerzo y trabajo merece la pena por ver la sonrisa de los chicos y chicas que van a participar no les falta razón. Yo les puedo asegurar que lo he vivido en primera persona y lo siento cada vez que quedo con ellos. Marc, Marina, Sete, Adrián, Mónica y muchos más me hacen reconciliarme con lo mejor del ser humano. Apenas 20 minutos son un chute de adrenalina y de buen rollo con el que se me alegra el día, la semana y el mes ya que, entre otras cosas, me demuestran que son tremendamente divertidos y también tremendamente capaces. Que ellos y yo somos iguales. Que no tenemos diferencias sino capacidades distintas. Ni mejores ni peores, sino distintas, y que por eso nunca se les puede dejar de lado. Por ello mil gracias siempre a ellos y a todas las asociaciones de la isla que trabajan para que estos chicos sigan siendo un poco mejores cada día. Mi agradecimiento eterno por descubrirme un mundo maravilloso desgraciadamente no lo suficientemente valorado. Y sobre todo por enseñarme que hay que desterrar para siempre la desagradable palabra de discapacidad de nuestras vidas.
Ya termino que corro el riesgo de haberles aburrido. Es lo que tiene dar a la tecla y que te guste lo que haces. Que uno se viene arriba y empieza a escribir sin darse cuenta de que en los tiempos que corren no llegamos casi nunca al cuarto párrafo. Mis disculpas, pero ha sido una semana maravillosa y, como decía Luis Eduardo Aute en Aleluya nº1 «Estas son las cosas que me hacen olvidar, este mundo absurdo, que no sabe a donde va...».