La semana pasada, la gastronomía de Formentera vivió dos momentos muy importantes para la puesta en valor del producto de proximidad y de la cocina tradicional de la isla. Por una parte la academia de gastronomía de Ibiza y Formentera entregó sus premios a Casbah como mejor restaurante y Ana Jiménez como mejor chef, entre otros.
Este reconocimiento y puesta en valor son muy necesarios para no perder el camino emprendido hace ya años por muchos establecimientos de la isla, en una clara apuesta por la calidad.
La clásica cocina tradicional de la isla y un producto de alta calidad, se han ampliado con creatividad y otra forma de interpretarla en auténticos templos culinarios, apreciados por los «bon vivants».
La presencia de la isla en Madrid Fusión es sin duda un acierto. La cita mundial de la alta cocina tiene año tras año sabor formenterense.
No es de extrañar que en este escenario, el joven isleño, David Padilla haya participado en varios concursos culinarios, y con nota. Esa apuesta de los jóvenes locales por la formación y el conocimiento puede ser la salvación para un sector que vuela alto, pero que tiene muchas dificultades para retener el talento, por los serios problemas de vivienda y condiciones de vida de la isla.
Por otra parte el Consell presentó la campaña «De Formentera amb molt de gust» en la que promocionan los productos locales de altísimo calidad. En un territorio minúsculo, se producen excelentes vinos y licores, peix sec, sobrasada, pan con trigo autóctono, miel, aceite y excelentes frutas, verduras y hortalizas de productores locales. El término economía circular que se ha puesto tan de moda, tiene su mejor ejemplo en el caso de Casbah que ha decidido producir en sus campos, todo el producto de la tierra que acabará en las mesas de sus comensales.