Las obras de Isidor Macabich no solo no van a buen ritmo sino que, ahora mismo, están prácticamente paradas porque no se puede asfaltar dado que el pavimento se hunde. El gabinete de prensa del Ayuntamiento negó días atrás que esta fuera la explicación y esa misma tarde los operarios de la empresa adjudicataria de las obras comenzaban de nuevo a levantar el suelo en el tramo más comercial de la calle. Como le gusta decir a los enterados, dato mata relato.
Estas obras nos cuestan oficialmente 4,5 millones de euros. Ya veremos a cuánto sube finalmente la broma. Y resulta que a lo largo de estos meses hemos visto cómo se abrían y cerraban varias veces las zanjas, en lo que parece una especie de juego psicológico de terror para volver loco a todo el que tenga algún interés en la avenida, ya sea residente o comerciante. Si la intención no es desquiciar al personal, entonces solo se me ocurre la explicación de que se ha adjudicado este proyecto a una empresa que no cuenta ni con los medios ni con los técnicos necesarios para hacer las cosas como toca. La guinda la han puesto con lo del hundimiento del suelo a la hora de asfaltar.
Esta broma de mal gusto está provocando, a la vez, una terrible consecuencia. La de los comerciantes que no pueden pagar los alquileres. Tampoco los préstamos ni los impuestos. Y se preguntan dónde están las ayudas que tan alegremente anunció el alcalde Ruiz en noviembre. El bien pagao tiene el sueldo asegurado. Ahora falta por ver si, además de la supuesta humildad, es capaz de ejercitar la empatía. Si yo tuviera una tienda allí, decoraría el escaparate de celeste y blanco. Seguro que así el excelentísimo correría a arreglar el estropicio para no ofender al señorito.