El mito del caballo de Troya se utiliza habitualmente para definir un engaño destructivo que aparentemente está concebido como algo agradable. La primera referencia, a nivel tecnológico que me viene a la cabeza, es el virus informático (malware) denominado como troyano que se activa cuando un usuario instala algo aparentemente legítimo, pero está brindando a terceros un acceso remoto al equipo infectado.
El doctor en neurociencia Michel Desmurget, utiliza la expresión caballo de Troya para definir a la tecnología digital como la estratagema destructiva de nuestra sociedad. Cuando analicé los motivos por los cuales clasificaba a la tecnología como algo perjudicial disfrazado de agradable me pareció un símil bastante acertado. Con los nuevos avances tecnológicos es el dispositivo el que decide por ti, a modo de caballo de Troya nos propone el restaurante donde comer, el camino para llegar a tú destino, que noticia has de leer, cuando has de hacer actividad física, que necesidades tienes, etc. e incluso con la inteligencia artificial la opinión que has de tener sobre los temas que te interesan. Es decir, van inhabilitando nuestra capacidad de decisión.
Por otro lado, los dispositivos digitales inicialmente están considerados o definidos como instrumentos que mejoran nuestra vida. Si hacemos un análisis de las campañas publicitarias que nos acompañan en estas fechas navideñas, veremos cómo se utilizan imágenes relacionadas con la familia unida entorno al dispositivo, con disfrutar de la naturaleza, con la comunicación entre personas, etc. representan justo lo contrario de lo que generan.
En muchas ocasiones he escuchado a los progenitores arrepentirse por haber adelantado la compra de dispositivos digitales a sus hijos, dado que al final, un aspecto indiscutible de la tecnología es que su uso produce un aislamiento del entorno. Esta desconexión conlleva a una incomunicación con las personas que te rodean y un retraimiento de las relaciones. Al utilizarlas se genera tanta concentración que se deja de prestar atención a todo lo que pasa alrededor. Cuando su uso se concentra durante el ocio y tiempo libre se pueden ver afectados aquellos elementos reparadores y de crecimiento familiar que nos posibilita compartir el espacio sin obligaciones. El ocio deja de ser algo conjunto y se convierte en un tiempo de aislamiento individual. Todos sabemos cuánto cuesta separar a un menor del móvil, la tablet o la consola. Preferirá pasar su tiempo jugando a cualquier otra actividad familiar, dado que la mayoría de opciones les parecerán aburridas en comparación con la sobreestimulación digital.
Asimilar e identificar que los dispositivos digitales son el nuevo caballo de Troya nos ayudará a dar importancia a la gestión de su uso y a sobrevivir al pensamiento y comportamiento único. Además de fortalecer al sistema familiar.