Confieso que tengo ideas encontradas sobre lo que debería ser en el futuro sa Peixateria. El proyecto que preparó en la anterior legislatura el socialista Pep Tur para este histórico pero prosaico espacio, un mercadito hipster con paradas y bistrós, me parecía atractivo. Este tipo de lugares siempre me han gustado aunque admito que lo que menos haces en ellos es la compra semanal. Pero tienen su encanto y allí donde abren sus puertas se convierten en polo de atracción sí o sí y con gran éxito.
No tengo del todo claro que el centro polivalente del que hoy nos habla el Ayuntamiento pueda funcionar. Posiblemente porque hasta ahora no se ha desvelado nada del proyecto. Pero yo no puedo abandonar la idea de que todo lo que lleve ese nombre, centro polivalente, acaba siendo un conjunto de salas grises y oscuras que solo tienen vida unos días a la semana y que, por lo general, no dinamizan en absoluto el entorno en el que se instalan. En los años 80 este país se llenó de centros similares con una utilidad más que cuestionable. Como esos parques sin verde y sin agua en los que nunca verás a un niño, niña o niñe. Habrá, pues, que esperar.
Lo que sí tengo claro es que pretender que sa Peixateria se convierta en un supermercado es un disparate sin pies ni cabeza. Una idea envenenada que posiblemente ni siquiera tenga cabida en lo legal. La mayoría de los supermercados te llevan hoy la compra a casa, con lo que los residentes en el casco histórico de Vila no pueden decir que estén desabastecidos. Y poner sobre la mesa esa propuesta puede que tenga más que ver con intereses inconfesables que con una auténtica preocupación por los vecinos de la zona. A saber…