Qué tienes que no hayas recibido? Nos lo dice San Agustín. En efecto, la vida, la salud, la paz, la familia, los amigos, los cinco sentidos del cuerpo. Todo lo que Dios quiere o permite, incluidas las contrariedades de la vida. Todo, en absoluto, es para el bien de los que aman a Dios y en El confían. Dios Padre, en su amorosa Providencia, nos habla también de lo que nosotros no comprendemos, 0pero todo es por nuestro bien. Dios nos ama a todos, y nos ayuda para que vivamos con alegría y esperanza. Nosotros y todos los creyentes debemos ser agradecidos por todo lo que Dios se ha dignado otorgarnos. No hace muchos días que celebrábamos el misterio del nacimiento del Hijo de Dios.
En las fiestas navideñas pudimos contemplar con fe y amor, varias escenas evangélicas. La más trascendente es: ¡Cristo ha nacido! Intentemos, por favor, respetar la inocencia, la ilusión y la alegría de nuestros niños. La santa Madre Iglesia enseña el misterio de la Encarnación. Dios se hace hombre y para siempre. Jesucristo es verdadero Dios y hombre: En El hallamos las dos naturalezas: la divina y la humana. Ambas naturalezas no son confundidas sino unidas en la persona del Verbo. Por tanto, todo en la humanidad de Jesús, -milagros, sufrimientos y la misma muerte debe ser atribuido a su Persona divina que obra a través de su santa Humanidad que ha asumido. El Evangelio nos dice que Jesús lloró por la muerte de su amigo Lázaro, en esta escena vemos que el Señor es humano, con los mismos sentimientos de las personas humanas. Cuando Jesús, ante la tumba de Lázaro que llevaba cuatro días enterrado, dice con énfasis:¡Lázaro, levántate! Y el muerto resucita. Aquí vemos que Jesús es Dios (Jn,11,1-45).
Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el amor y el poder, porque tú has creado el universo: porque por tu voluntad lo que no existía fue creado (Ap.4,11). Creo en Jesucristo, espero en Jesucristo, amo a Jesucristo, Mi Señor y mi Dios