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Raúl Tinajero: «La Iglesia tiene que hacer autocrítica para analizar cómo y por qué se ha alejado progresivamente de los jóvenes»

Raúl Tinajero, director de la subcomisión de Juventud e Infancia, preside las reuniones del Consejo Nacional de Juventud de la Conferencia Episcopal que se celebran en Es Cubells

Raúl Tinajero, director de la subcomisión de Juventud e Infancia. | Daniel Espinosa

| Ibiza |

La casa de espiritualidad Santa Teresa de Es Cubells está acogiendo durante estos días una de las dos reuniones ordinarias que cada año celebra el Consejo Nacional de Juventud de la Conferencia Episcopal Española. En total, en Ibiza se han dado cita una veintena de personas en representación de cada provincia eclesiástica de España, los movimientos y las congregaciones religiosas a través de CONFER, los Salesianos y las escuelas católicas de nuestro país, dirigidas y coordinadas todas ellas por el obispo auxiliar de Valencia, Arturo Ros, y el director de la subcomisión de Juventud e Infancia, Raúl Tinajero.
Éste último, nacido en el pueblo toledano de Corral de Almaguer, es sacerdote por la diócesis de Toledo aunque toda su vida ministerial ha estado siempre vinculada a los jóvenes, trabajando con y por ellos. Tras pasar por varias parroquias y ser delegado diocesano de Juventud, en 2014 se convirtió en director de la subcomisión de Juventud e Infancia donde trabaja para intentar acercar la Iglesia a los jóvenes apostando, entre otras cosas, por crear nuevos métodos de evangelización adaptados a los nuevos tiempos.

¿Qué están haciendo ustedes en Es Cubells?
—Es uno de los dos encuentros ordinarios que todos los años llevamos a cabo en el Consejo Nacional de Juventud, siempre uno en enero y otro en junio. Nos juntamos representantes muy diversos con la intención de abordar temas de actualidad como las próximas Jornadas Mundiales de la Juventud que se celebrarán en agosto en Lisboa o el momento que vive la Iglesia actual y cómo podemos acercarla a los jóvenes de nuestro día para luego seguir avanzando en el proyecto marco de Pastoral con jóvenes para los próximos 15 o 20 años.

¿Qúe temas se están tratando en las reuniones?
—Muchísimos. Ten en cuenta que no siempre se tiene una misma metodología para cada tema sino que ésta se va acoplando según van surgiendo, pero de momento el gran objetivo es sacar adelante este gran proyecto marco.

—¿Por qué es tan importante?
—Fundamentalmente porque servirá para sustituir el anterior que data del año 2007 y porque es necesario llevar a cabo una renovación de nuestras líneas a seguir en el ámbito de la juventud aprovechando que hemos tenido un sínodo de jóvenes. Sin embargo, no es una tarea fácil ya que hay que ir dando distintos pasos para involucrarlos directamente y esto nos llevará varios años.

—¿Y cuáles son estos pasos?
—Primero de todo hay que saber que este proyecto marco será redactado y aprobado por los obispos pero teniendo en cuenta todo lo que nosotros hayamos hecho previamente. Para eso es necesario escuchar y tener en consideración las aportaciones, peticiones y reflexiones de nuestros jóvenes que llevamos recopilando unos dos años porque queremos que todo se haga en comunión, con todos involucrados dentro de un proyecto común. De aquí ha salido un primer documento preparatorio que se mandó a las distintas diócesis, congregaciones y movimientos, recibiendo respuesta de miles de jóvenes que se han sintetizado en un esquema que se presentó este miércoles por la noche en las primeras reuniones de Es Cubells. Después, de los encuentros y las reflexiones de Ibiza saldrá un esquema mucho más amplio que se presentará a unos 60 jóvenes muy distintos de toda España para que antes de finales de febrero de este año en asamblea creen otro documento del que saldrá lo que se podría decir que sería el germen del proyecto marco de Pastoral con Jóvenes final que se entregará a los obispos.

Usted que tiene tanta experiencia trabajando con jóvenes, ¿cómo es la situación de la Iglesia con ellos? Da la sensación desde fuera que ha mejorado desde la llegada del Papa Francisco…
—Lo cierto es que a los jóvenes les cuesta acercarse a la Iglesia y si ahora lo hacen algo más no es solo por un tema del Papa Francisco aunque si es cierto que tal vez su forma de ser y el tener un idioma común hace que lo entendamos mejor. Creo que el problema es mucho más grave, fundamentalmente porque vivimos una situación de secularización muy fuerte que lleva prolongándose muchos años.

—Hay quien dice que la iglesia se ha alejado de los jóvenes.
—La Iglesia ha pasado por momentos muy duros y difíciles y eso ha repercutido en una toma de distancia con respecto a los jóvenes que han optado por otras alternativas, considerando a Dios y la Iglesia como algo lejano a ellos. No lo ven como algo necesario en sus vidas y por eso nosotros mismos tenemos que hacer autocrítica y pensar en cómo hemos llegado a esta situación.

—¿Cree que aún se está a tiempo de revertir la situación?
—Por supuesto. Todo parte de hacer autocrítica. Como dijo el Papa Francisco estamos mirándonos el colesterol y el azúcar cuando hay unas heridas abiertas inmensas que necesitan de torniquetes para ponerlas freno. Tenemos que analizar cuál es la situación concreta de nuestro país y pensar en cómo podemos dar respuesta a nuestros jóvenes para que nos vean como una institución que les escucha y que les tiene en cuenta como protagonistas del cambio que está por venir.

—¿La apuesta entonces es una Iglesia más moderna?
—Sin ninguna duda. Todos nosotros cuando hemos sido jóvenes hemos pensado que la Iglesia podía ser más moderna y eso ahora, actualmente, pasa por comunicarnos mejor. Nuestra principal tarea siempre ha sido la de evangelizar, pero a día de hoy hay que buscar alternativas, nuevos métodos, y adentrarnos sin miedo en las redes sociales para hacer llegar un mensaje tan potente como el de Jesucristo con el lenguaje de nuestros jóvenes.

—¿Nuevos métodos pero sin cambiar el mensaje?
—No cambiarlo pero si adaptarlo. Estamos seguros que esto no es la varita mágica que solucionará los problemas que tiene actualmente la Iglesia pero sí que ayudará en gran medida a volverla más popular porque el mensaje que lanzó Jesucristo hace más de 2000 años de un amor puro y limpio y de hacer el bien a los demás sigue teniendo una tremenda vigencia en nuestros días.

—¿Por qué cree que hay tanta crisis de vocaciones en nuestro país?
—Es una suma de varios temas. Primero porque cada vez nacen menos niños y niñas y segundo porque cada vez hay menos bautizos, comuniones o confirmaciones porque hay generaciones enteras que se han ido alejando de la Iglesia de forma progresiva. Sin embargo, yo querría diferenciar que hay muchas formas de acercarse a Dios y que no todas las vocaciones pasan por convertirte en sacerdote o monja. También puedes sentirte útil transmitiendo la palabra de Dios en la familia, siendo un laico comprometido tanto en la vida pública, privada o incluso en el ámbito político, o una persona que consagra su vida a ayudar a los pobres. Hay muchas formas.

—Entonces, ¿usted es optimista?
—Sin ninguna duda. Todo suma y ayuda y más trabajando en la pastoral juvenil que siempre es positiva y siempre lanza un mensaje de esperanza. Es fabuloso trabajar aquí porque lo hacemos con chicos y chicas que son nuestro presente y nuestro futuro y porque trabajan intensamente para intentar transformar su vida y la de todos aquellos que tienen a su alrededor siendo siempre la punta de lanza de los futuros cambios que estamos seguros que están por venir.

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