El día grande de las fiestas de es Canar es, sin duda, el de la misa de San Cristòfol en sa Capelleta, la cual oficia el obispo antes de bendecir los carros tradicionales en un desfile que ha conseguido reunir esta tarde de lunes a unas 60 personas. Muchas de ellas, además, han esperado para ver el ball pagés de más tarde, cuando el calor ha dejado de ser el protagonista e impregnar la postal festiva de multitud de abanicos.
Todo estaba preparado para que comenzase la misa a las 19:00 horas: las mujeres han sacado los abanicos, algunos niños se han remangado, se ha colocado una mesa con vasos y una garrafa de agua y el coro esperaba paciente el inicio de la ceremonia. Entre los muchos asistentes destacaban las figuras de Carmen Ferrer, alcaldesa del municipio, y Vicent Marí, presidente del Consell. El obispo Vicente Ribas ha recordado en esta misa de San Cristòfol, patrón de los conductores, la «responsabilidad de llevar vehículo» y dedicó, además, unas palabras a Bernat Ribas, el ciclista «muerto en la carretera por la imprudencia de un conductor».
La alcaldesa de Santa Eulària ha insistido en que la isla tiene «distancias muy cortas y muchas rotondas», y en que no es necesario correr al volante: «Pediría paciencia, sobre todo para los que nos visitan». Asimismo, Ferrer ha hecho hincapié en el esfuerzo que realizan tanto el Consistorio como el Consell en mejorar las carreteras para «hacerlas más seguras para conductores y peatones». Por otra parte, la alcaldesa se ha despedido confesando la característica que más destaca de esta celebración: «Es una mezcla de tradición y fiestas para los que nos vienen a visitar».
Tras la misa, los asistentes se han amontonado en la calle para ver pasar los once carros payeses, unos con enormes caballos y otros de pequeñas dimensiones, mientras el obispo les bendecía. Al terminar, han desfilado bandejas de orelletes sobre las que se ha abalanzado la gente. «Es la primera vez que las pruebo y me han encantado», ha explicado Gloria Quintero, vecina de es Canar que acudía por segundo año a las fiestas. «Esto ya no son fiestas: aquí venían las barcas de pesca de Vila, abanderadas, los carros con las paellas para hacerlas debajo de un pino… Hoy no hay nada», se quejaba, con una gran sonrisa, Toni «Marines». «No puede ser como antes. Donde todos esos pinos, ¡hoy hay casas!», se ha reído su esposa, Josefa Colomar. Ambos vecinos de la localidad han marchado juntos hacia el ball pagés.