Los jínjoles son una fruta apreciada por muchos y desconocida por otros. Su origen proviene del sur de Asia, aunque rápidamente se expandió por todo el Mediterráneo y su temporada de recogida es entre septiembre y octubre.
En la Cooperativa de Sant Antoni, un mercado ecológico que se da cita todos los viernes por la mañana en las instalaciones de la misma cooperativa, ya cuentan con algún puesto donde pueden encontrarse esta fruta muy similar a la manzana. «Cuando ya empiezan a verse los primeros jínjoles, quiere decir que el verano está acabándose», ha señalado Carmen, una vecina de Sant Antoni que se llevaba unos cuantos jínjoles, así como unos higos. «Me gustan mucho más que las manzanas y es una fruta que me recuerda a mi infancia. Mi madre la compraba mucho», ha puntualizado. Lo cierto es que los jínjoles pueden consumirse tanto en la etapa menos madura, cuando su color todavía es verde o más amarillento, como cuando están completamente maduros y obtienen un color rojo intenso. En este último caso, también varía su textura siendo menos esponjosa y estando en su punto óptimo de dulzor.
Además de su dulce sabor, esta fruta posee numerosas propiedades beneficiosas: es rica en vitamina C y su uso ha estado muy asociado como remedio casero. Al ser más dulce que la manzana, su uso en la cocina ha estado muy asociado en postres, especialmente para hacer pasteles o confituras. «Cuando tengo más tiempo suelo hacer la mermelada de jinjol que preparaba mi madre. Solo tienes que añadir medio kilo de jínjoles, 400gr de azúcar y un poco de canela al gusto en la thermomix hasta que quede la textura de una mermelada», ha explicado Carmen. «Si quieres hacerla más compacta como las mermeladas del supermercado bastaría con añadir un poco de agar agar», ha puntualizado.