El calabacín es uno de los productos que más llaman la atención en la huerta local durante esta época del año. Desde hace unas dos semanas, en Juntos Farm ya llevan tiempo cosechando esta verdura, junto con el pepino y las primeras berenjenas que empiezan a aparecer en el campo. La temporada de calabacín está en pleno auge y las condiciones meteorológicas, especialmente las lluvias recientes, han favorecido un buen desarrollo de la planta, asegurando frutos homogéneos y de calidad.
Existen tres variedades principales que se cultivan: el calabacín blanco, el verde y el amarillo. Aunque el sabor es muy parecido entre ellos, la mayoría de los consumidores prefieren el calabacín blanco por su sabor más suave. El calabacín verde suele utilizarse mucho en cremas y guisos, mientras que el amarillo, además de aportar un color muy vistoso y atractivo en los platos, tiene un sabor ligeramente distinto que a muchos les encanta.
La planta de calabacín no solo es valiosa por su fruto, sino que también sus flores y tallos son aprovechables en la cocina. Las flores de calabacín son muy apreciadas, se suelen rellenar con ricota u otros ingredientes y luego se rebozan y fríen, una delicia que cada vez gana más adeptos. Por otro lado, los tallos pueden cocinarse tras pelarlos y cortarlos en rodajas, una técnica que utilizan muchos restaurantes italianos.
El calabacín es una verdura muy fresca, ideal para el verano, que se puede consumir crudo fácilmente. Por ejemplo, se puede cortar en rodajas finas para ensaladas o preparar un carpaccio, que es simplemente calabacín crudo cortado en láminas finas y aliñado. También está muy de moda utilizarlo en tiras o espaguetis vegetales, una forma saludable y creativa de incorporarlo en la dieta.
En cuanto al cultivo, las plantas son resistentes y nobles, con un ciclo productivo largo y que requiere un riego constante para obtener frutos uniformes. Además, el calabacín ecológico se vende a un precio aproximado de 4 euros el kilo y requiere del esfuerzo y cuidado de los agricultores para cultivar sin químicos ni fertilizantes, una manera de apostar por la agricultura regenerativa.