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«Fuera de España hay más mecenazgo, tanto público como privado»

El intérprete ejercerá como solista con la Sinfónica de Baleares en el concierto que tendrá lugar hoy jueves, a las 20:30 horas, en Santa Cruz

El flautista ibienco Rafal Adobas actúa esta noche en la iglesia de Santa Cruz | Foto: OLIVIA SCHENKER / CLASSEEK

| Ibiza |

Para leer su currículum al completo se necesitan varios minutos, a pesar de su juventud. Rafael Adobas (Ibiza, 1997) ha sido galardonado con importantes premios y, según algunas descripciones, forma parte de una nueva generación que combina la creación musical con otras disciplinas artísticas. Comenzó en el Conservatorio de Ibiza con ocho años y ha actuado ya como solista con la Filarmónica de Copenhague y la Orquesta Sinfónica de Odense. Adobas debutó incluso en el Carnegie Hall de Nueva York en 2022. Múnich, y ahora Reikiavik, son otros lugares a los que este joven ibicenco ha llevado su arte. Este jueves, a las 20:30 horas, ejercerá como solista junto a la Orquesta Sinfónica de Baleares en un gran concierto que tendrá lugar en la iglesia de Santa Cruz.

—Parece que hay mucha expectación en torno al concierto de este jueves.

—Tenemos muchas ganas de poder presentar este repertorio ante el público ibicenco. Es la cuarta vez que colaboro con la Sinfónica de Baleares.

—¿Vive con emoción actuar en su isla con esta importante orquesta?

—Sí, es algo especial. Hay nervios, pero es una ocasión especial al poder actuar en casa y hacerlo con una agrupación de este nivel.

—Háblenos del repertorio elegido.

—Es un concierto íntegro dedicado a Mozart y, de hecho, la primera pieza será la apertura de Las Bodas de Fígaro. Después, interpretaremos el I Concierto para Flauta en Sol Mayor y cerrará el concierto la Sinfonía número 38 ‘Praga’. En principio, sólo vamos a realizar este concierto en Ibiza.

—¿Cómo es ahora la vida de Rafael Adobas tras salir de Ibiza?

—Desde septiembre me encuentro en Islandia, en Reikiavik, donde gané la plaza de flautista principal en la Orquesta Sinfónica de Islandia y estoy muy contento, aunque es una experiencia extrema porque ya ha caído la primera nevada. Es una experiencia muy gratificante, con unos compañeros fantásticos, y estoy aprendiendo muchísimo. Para mí, es muy enriquecedor. Hasta abril estaré cumpliendo con mi tiempo de prueba y, si todo va bien, seré un miembro fijo de la orquesta.

—Es decir, va a pasar el invierno en Islandia.

—Es algo muy extremo, aunque no deja de ser cercano a lo que conozco porque hago una vida isleña, aunque el lugar es más grande. Todo el ritmo de vida, también las relaciones sociales, se viven más en comunidad y me siento muy identificado. Además, la sala de conciertos está reconocida a nivel mundial y tiene unas vistas increíbles. Al ser un lugar con unas condiciones especiales, la organización me permite hacer otros proyectos abiertos y flexibles y lo agradezco mucho. Tengo muy claro que donde esté es muy importante poder combinar el trabajo con otros objetivos.

—¿Se deja llevar por las sorpresas de la vida o lo tiene todo previsto?

—De momento, me dejo llevar y dependo de lo que vaya saliendo. Hay momentos en los que me ha gustado moverme más y ahora me apetece más calma después de un tiempo cogiendo numerosos trenes y aviones, aunque no descarto otros cambios de objetivos. Igual, de aquí a diez años, he conseguido una plaza de profesor, que es algo que quiero, y estas experiencias me permitirán dar una visión más concreta y variada a las futuras generaciones de músicos.

—¿Eligió usted la flauta o la flauta le eligió a usted?

—Es algo muy curioso porque fue un error. Tenía que apuntarme a piano en el Conservatorio con mi hermana mayor que toca ese instrumento y el día de la adjudicación debíamos decir en voz alta qué instrumento queríamos. Mi padre, en ese momento, dijo flauta en vez de piano. Cuando llegamos a casa, estábamos todos confusos. Recuerdo a mi padre llamar al Conservatorio para pedir el cambio, pero nos dijeron que no era posible porque hubiera supuesto volver a hacer todo el proceso. Es una incógnita saber los motivos por los cuales mi padre dijo flauta.

—¿Qué recomendaría a otros jóvenes de Ibiza que quieran abrirse paso en este mundo?

—El problema son las oportunidades porque parece que no hay ocasiones en las que la gente pueda tocar y es una pena. Creo que hay que pensar no sólo en ser intérprete, sino también en tocar y ejercer de pedagogo o ser flautista e investigador o promotor. Hay muchas corrientes y ahora, con el desarrollo de las tecnologías, el mundo digital ofrece muchas posibilidades. Hay que mantenerse abierto a todos los cambios y oportunidades.

—Cuando se relaja, ¿qué música suele escuchar?

—Me gusta ponerme el Top 50 de España y escucho música actual y no tan actual. Me gusta mantenerme al día.

—¿Qué opinión le merece el último trabajo de Rosalía?. ¿Piensa que podrá acercar la música clásica a los más jóvenes?

—Totalmente lo pienso así. Es otra manera de acercar la música clásica. En su tema suenan violines, una sinfónica de fondo, y he podido ver que en las redes se habla mucho de este trabajo y me alegra ver que puede acercar la música clásica a los jóvenes y que pueden ir a más conciertos.

—¿Es necesario salir de Ibiza para llegar a dedicarse profesionalmente a la música?

—Para los años de formación, sí. En Ibiza estamos en una burbuja, que tiene muchas cosas positivas, pero a la hora de tomar determinadas decisiones lo más recomendable es salir de la isla e incluso de España para acceder a una formación más completa. Fuera de España, además, hay más mecenazgo, tanto público como privado. Hay gente que destina parte de su dinero a la formación de músicos, aunque en España veo que todavía es bastante limitado, también por parte de instituciones públicas, que al final es lo más importante para que la música no sea algo selecto, para unos pocos.

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