La plaga de la procesionaria del pino es un problema que está afectado a la mayoría de los pinares de toda Europa y que en los últimos años se ha hecho especialmente fuerte en Formentera.
Los cazadores conocen el bosque centímetro a centímetro y el presidente de la Asociación de cazadores de Porto Salè, Mariano Castelló, lo tiene claro: «Hasta hace algunos años la presencia de orugas era testimonial, pero ahora nos encontramos con unos bosques infestados de nidos de procesionaria. Es imposible imaginar el problema que hay, hasta que lo ves con tus propios ojos».
Las bolsas elaboradas por las orugas les protegerán del frio hasta la llegada de la primavera, momento en el que bajaran al suelo, para formar las procesiones que les dan nombre, antes de enterrarse para tejer su capullo hasta convertirse en crisálida.
Pero antes de todo ese proceso, la oruga ya ha causado el terrible daño. Después de eclosionar los huevos y durante unos nueve meses las larvas se alimentan de las hojas de los pinos, y cuando se trata de grupos tan numerosos, en muchos casos acaban con la vida de los árboles.
El pasado mes de octubre el govern procedió a dos fases de fumigación de la isla, con un producto fitosanitario de tipo biológico, pero como reconoce el conseller insular de medio ambiente, Antonio J. Sanz, «No ha sido suficiente. El helicóptero no puede fumigar zonas urbanas, balsas de agua o cultivos biológicos y las orugas están aprovechando esos espacios para seguir propagándose de forma preocupante».
Por ese motivo en los últimos años, la institución insular recurre a los numerosos aficionados a la caza de la isla con licencia de armas y coordina una «caza» masiva de nidos a través de las diferentes asociaciones. El Consell aporta 5.000 cartuchos como munición y los aficionados su puntería.
Mariano Castelló, explica que: «Nuestra labor es altruista y hacemos esto para cuidar nuestros bosques, que de otra manera se acabarán perdiendo. En algunos casos echamos de menos más comprensión por parte de algunos vecinos de la isla que por el hecho de llevar una escopeta nos miran mal. Hacemos esto por el bien de todos».
Algunos vecinos molestos por los disparos y desconocedores del objeto de estos, han increpado a los cazadores. En ese sentido el conseller Sanz explica: «Estamos muy agradecidos a los cazadores que están participando en la destrucción mecánica de los nidos. Recordamos que es obligación de los propietarios de los bosques mantenerlos adecuadamente y en muchos casos, no se lleva a cabo ese mantenimiento. Este es un problema medioambiental del que debemos ser conscientes y resolver entre todos».
Hasta final de mes, los cazadores seguirán luchando contra esta peligrosa amenaza para los pinares de Formentera.