El concurso de los kioscos de playa de Formentera es sólo «la punta del iceberg» del cambio de modelo turístico que viene sufriendo la isla desde los últimos años. Así lo aseguró Juan Vicente Boned, administrador del grupo empresarial Boned Escanellas S.L. y presidente de la Asociación Empresarial de Productores Agrícolas de Formentera. «Está pasando lo que está pasando porque el capital foráneo que está luchando para conseguir estas concesiones ya está asentado en la isla», señaló, lo que pone en evidencia que «la gente de la isla se ha acomodado».
«Si este capital no estuviese ya instaurado y no hubiese entrado con tanta fuerza estos últimos años, creo que no se hubiesen interesado por los chiringuitos», declaró Boned, «sólo lo hacen porque ya están afincados aquí y ya están gestionando parte de la isla».
Y es que, a su entender, está surgiendo una «clase rentista» en la pitiusa del sur que hace que «cada vez haya más negocios en manos de capital foráneo», lo que provoca a su vez que «esté cambiando el modelo turístico, porque ya no somos nosotros los que decidimos el modelo de turismo que queremos. Lo deciden desde fuera. Nosotros estamos paseando mientras el capital de fuera está gestionando nuestros negocios», subrayó.
El empresario formenterés señaló a su vez que el empresariado tradicional de la isla está yendo «al dinero fácil», básicamente porque los que llevan trabajando toda su vida «se han hecho mayores y ya no ven una continuidad en los hijos». Esto, entre otras cosas, ha favorecido que se hayan aceptado las importantes ofertas de venta o alquiler que han ido haciendo empresas de fuera en los últimos tiempos.
Cambio de manos
Todo este cambio de manos de los negocios afecta al empresariado local que continúa con su actividad «porque está cambiando el tipo de turismo que estamos acostumbrados a tener en Formentera, que es un turismo familiar y respetuoso con la naturaleza».
Esta entrada de capital foráneo en la isla también ha sido auspiciada, según Juan Vicente Boned, por las instituciones, a las que la situación «se les ha ido de las manos» principalmente por las trabas que, históricamente, han puesto a los empresarios para que puedan prosperar sus negocios. «En Formentera es muy complicado que la administración te conceda licencias para obras o reformas», explicó. Estos trámites se convierten en «procesos burocráticos muy complicados y no se facilita al empresario una agilidad al respecto que le permita ir mejorando su negocio».
Esta lucha contra la burocracia provoca que «haya empresarios que, en un momento dado, estén tan cansados de estar tramitando expedientes a los que nunca se les contesta que hace que opten porque luche otro y acepten una oferta por su negocio», concluyó.