Manolo Soriano (Ibiza 1974) es una de esas personas que podrían protagonizar uno de esos planteamientos de las redes sociales «no eres de Ibiza si no…», en este caso «conoces a Manolo Soriano». Una persona que desborda simpatía y decibelios allá donde va y no para de ir de acá para allá. Hoy es el responsable del taller en el que trabajó su padre toda la vida, en el barrio de Can Escandell, pero cualquiera que le conozca sabe que las manchas de aceite en su piel son una señal de identidad de este ibicenco.
¿Cuál es su primer recuerdo de estar desmontando un motor?
— Ni me acuerdo, hace mucho tiempo. Toda la vida lo he hecho. Desde la bicicletita, la motito pequeña, la Cady, la Variant, scooter, más pequeña o más grande siempre he tenido moto y he trasteado con ella.
Ha trasteado y ha hecho trastadas. Cuenta la leyenda que en los años noventa se le podía ver cruzando toda la avenida España de pie encima de su derbi Variant...
— Efectivamente, ese era yo. Con la Variant, con la XT, la XR o con todo lo que se movía
¿Cuál es la animalada más gorda que ha hecho sobre un vehículo?
— Eso no se puede contar. Aunque sí te digo que la realidad siempre supera la ficción. Cuando cuentas las historias de lo que hacíamos cuando éramos jóvenes te miran con cara de no creerse nada de lo que les explicas.
¿Ha llegado a competir?
— Sí, pero siempre a nivel local, soy un enganchado a la Pujada a sa Cala. La he corrido con un Marbella, con un Fiat Uno, con barquetas más antiguas, con otras más modernas, con fórmula Renault…
¿Qué es lo que más le gusta de la Pujada a Sa Cala?
— Lo mejor de la Pujada es bajarla. La afición que hay allí no la hay en ningún lado, lo que más me gusta es bajar y saludar a todo el mundo. Me gusta participar en las carreras, el ambiente y la gente de las carreras son lo más.
¿Cuántas ha corrido?
— Diez, o doce, o catorce… la verdad es que no sé decirle.
¿Ha ganado alguna vez?
— No, lo que es ganar nunca. Pero sí he quedado primero alguna vez, eso sí, por que llevaba un coche un poco exótico: gané con el Fiat Uno Turbo, me llevé el primero de esa clase, pero es que era el único. Corría solo, lo tenía bastante bien.
¿Alguna otra competición?
— Sí, hago mucha tierra, cuando se corría en el hipódromo, o en las fiestas de Santa Eulària. Lo que me gusta a mi es la tracción trasera, como al Torete [ríe]. Ahora estoy metido en un nuevo proyecto my bonito de tracción trasera.
¿A qué se refiere, me adelanta algo?
— Lo único que le puedo adelantar es que nos queda muchísimo trabajo por delante y que si sale bien vamos a hacer mucho ruido y vamos a promocionar a Ibiza a punta pala. Que se vea que en Ibiza hay más cosas que no son fiesta.
¿Habla de una competición seria?
— Sí, la competición es seria, quienes no somos serios somos nosotros. Estamos apuntados y todavía estamos esperando el coche. No le voy a contar más, soy un hombre muy discreto.
¿Que Soriano es un hombre discreto?
— [carcajada sonora] Discretísimo y tímido [continúa la carcajada para subrayar la ironía]. Le aseguro que cuando esto salga no voy a ser tímido, ni discreto ni silencioso.
Volviendo a esto de la competición, suena bien. ¿Ya cuenta con patrocinadores y demás?
— El patrocinio van a ser las horas que le voy a echar en el taller y todo mis ahorros de mucho tiempo.
Horas de taller sí que tiene en la espalda, ¿tantas como kilómetros?
— Llevo toda la vida vinculado a los coches, no sabría decirle qué llevo más. He trabajado de mil cosas, con tal de que no faltara un plato en la mesa, pero siempre he estado vinculado a los coches.
Ahora tiene un taller.
— Sí, mi padre trabajó 40 años en el taller, y cuando se jubiló mi mujer y yo lo compramos y aquí estoy. No sé qué haría sin el taller, el taller soy yo. También es verdad que desde ese momento empezaron una serie de situaciones que parecen una historia negra. Pero vamos viento en popa y con este proyecto, cuando salga todo bien, veréis como no somos ni discretos, ni tímidos ni silenciosos.