V enticuatro historias cortas para resumir en poco más de tres horas un curso de dos meses de animación. Retratos de fracasos protagonizados por un cupido sin romances, una aspirante a bailarina que no sabe girar, un cantaor de flamenco inútil a la hora de entonar un martinete, una francesa de idioma falso o un poeta sin versos.
Los espectadores de es Cubells pudieron contemplar anoche, dentro del programa de fiestas de Sant Jordi, un particular montaje, ideado por la escuela de Eric de Bont y avalado por el área de Joventut de Sant Josep. Protagonista: el clown, personaje esperpéntico donde los haya, cuya visión de la sociedad, no por real, deja de ser incomprensible. Catorce alumnos, seis mujeres y ocho hombres, extranjeros y españoles, pusieron tantas caras a un mismo papel, como horas tiene el día, y cuyo éxito reside, precisamente, en los apartados que pretende evitar. La risa del público corre pareja a una aventura fallida, su vida, que nace y muere en el mismo momento de la función. Imitar la rutina sin que parezca lo mismo, explorar sin conocer, son temas de un humor tierno que entrecruza risa y llanto y que se viste con trajes ridículos, rostros maquillados y narices de payaso. Todo para confundir unos hechos que se falsean. Es ahí donde reside la magia: en un engaño creado por él y para él, donde el alma refleja nuestras debilidades y despiertan una sonrisa.