El aeropuerto de Eivissa empezó ayer a aplicar las medidas ordenadas por el Gobierno para evitar la propagación en España de la fiebre aftosa. Todas las aeronaves procedentes de aeropuertos británicos y sus pasajeros serán a partir de ahora sometidas a unos estrictos controles sanitarios destinados a conseguir que esta enfermedad, de rápido contagio, no llegue a crear problemas en nuestro país.
Durante el día de ayer, la terminal ibicenca sólo recibió un vuelo británico, un chárter de la compañía City Flyer. Aterrizó a las ocho de la tarde, con un poco de retraso, procedente del aeropuerto londinense de Gatwick y sus pasajeros fueron informados antes de descender de que debían depositar los productos alimenticios cárnicos o lácteos en unos contenedores especialmente preparados para tal operación. Además, antes de llegar al punto de recogida de equipajes tuvieron que limpiar sus zapatos en unas alfombras con desinfectante, ya que esta es una de las vías habituales de contagio.
El director del aeropuerto, Gonzalo Aguarón, explicó que también estaba previsto tomar medidas con respecto a la comida que transportaba el avión, puesto que ésta es susceptible también de transmitir la fiebre aftosa. Para evitarlo la terminal podía optar por dos opciones, o bien mantener esa comida en el avión para que la llevara de vuelta a Gran Bretaña o bien retirarla del aparato y destruirla en la isla de Eivissa. Aguarón explicó que se trata de «medidas sencillas» que el aeropuerto afrontará con total normalidad y que, además, la escasez de conexiones directas entre Gran Bretaña y Eivissa en esta época del año facilita la tarea.
Los 109 pasajeros del avión pasaron por las alfombras empapadas por dos desinfectantes (bactol e hiperclórico sódico). Salvo dos niños del pasaje, que se mostraron más reacios a pasar por los felpudos impregnados por los líquidos, el resto de viajeros acogió de buen grado esta medida impuesta para evitar la propagación de la fiebre aftosa.