Poco ha cambiado en Sant Antoni desde que el pasado seis de julio este periódico publicó un reportaje fotográfico que mostraba los numerosos focos de suciedad que pueblan el municipio. Desde entonces, sólo uno de esos montones (el de Can Tomàs) fue retirado, si bien con el tiempo las bolsas de basura han vuelto a proliferar en ese lugar, por donde la empresa encargada de la recogida de residuos, FCC, pasa de pascuas a ramos. Según el delegado de personal, José Martínez, esa situación es debida, en gran parte, a la «mala organización dentro de la empresa» (al parecer no salen todos los camiones de los que dispone) y a las numerosas bajas médicas, que no se cubren.
Precisamente, los concejales de Democràcia Pitiusa (DP), manifestaron ayer que el equipo de Gobierno debería exigir que se complete la plantilla, circunstancia contemplada en el contrato por el que FCC recibe anualmente alrededor de 250 millones de pesetas de las arcas del Consistorio. Algunos contenedores, como el existente frente a la salida de Privilege, sólo se recogen una vez a la semana.
En el situado en la calle Benimussa, un vecino, harto de que la basura apestase y de que nadie recogiera los voluminosos restos de poda, prendió fuego para acabar con las inmundicias, lo que provocó un incendio que afectó a una amplia zona de monte bajo. El montón vuelve a crecer otra vez peligrosamente.