Vicenta Marí lleva más de cincuenta años cuidando la capilla de Sant Ciriac «por ayudar y por devoción al santo» según comenta. Esta ibicenca de 'pura cepa', sentada junto a la reja de la capilla de Sant Ciriac ha vivido los cambios a los que se ha visto sometida la isla y comenta con tristeza que «este lugar ya no es Eivissa. Puede haber muchos millones pero, ya no es lo mismo».
La cuidadora ayer se vistió de gala para dedicar unos minutos a narrar una vida de dedicación por los demás, de auténtico amor por los animales y llena de felicidad «mientras pueda dar y ayudar a los que lo necesiten». Vicenta pasa los días entre su casa y la capilla a la que dedica gran parte de su tiempo, y además explica que «Sant Ciriac es el mejor vecino que me podía tocar, porque no se queja, no hace ruidos y nunca me molesta».
Toda una vida de dedicación por los demás sin recibir nada a cambio hasta que el Dia de la Terra, Fanny Tur, consellera de Cultura, le expresó su agradecimiento por mantener limpia la capilla. Vicenta asegura que «me hizo tanta ilusión que hasta lloré y además soy yo la que debería dar las gracias por dejarme que la cuide». Vicenta Marí se sienta junto a la reja de la capilla, pero confiesa que no pasa mucho tiempo seguido en el mismo sitio, «yo voy y vengo como el agua», porque hace mucho calor.
La capilla se encuentra en la 'puerta de la traición', nombre dado precisamente porque según contó Vicenta, «los cristianos se encontraban dentro de la ciudad y pusieron la cerradura al revés para que los moros creyeran que se habían ido. De esta forma, los moros entraron y fueron atacados por los cristianos a traición».