Demoler una ruina es ruinoso. Lo advierten en Sant Josep cuando se refieren a los restos del Festival Club, y en Sant Joan cuando se les recuerda que en Caló den Serra hay, desde hace 20 años, un esqueleto de hormigón a sólo cuatro pasos de la costa y en un enclave privilegiado. El alcalde, Antoni Marí Marí, Carraca, lo tiene claro: antes dejarlo como está que permitir que el Consistorio corra con los gastos de demolición de esa estructura. «Costaría un dineral», exclama.
La mole en cuestión -un ambicioso proyecto del arquitecto catalán Josep Lluís Sert que consistía en construir un hotel de lujo- ya lleva dos décadas abandonada en ese paradisiaco enclave.
Según explica el concejal progresista Joan Mayans, tras una quiebra el edificio (lo que se había construido de él) fue legado a la Fundación para la Paz, que a su vez lo subastó. Se hizo cargo un importante empresario pitiuso adicto a las franquicias. Y desde entonces, nada. El Ayuntamiento quiso resucitar el proyecto aprovechando que era una obra del prestigioso Sert, e incluso incluyó la posibilidad de urbanizar en esa zona en un plan de delimitación del suelo que el Tribunal Supremo prohibió poner en práctica a instancias de la Dirección General de Costas.
En principio ya no se puede construir allí nada, sólo demoler lo que hay, algo que el alcalde no está dispuesto a hacer por el bien de las famélicas arcas del municipio: «Me temo que esta generación está condenada a no ver cambios allí». No obstante, está dispuesto a encontrar una salida a ese problema, aunque la ley de Costas, la de Espacios Naturales y las Directrices de Ordenación Territorial no dejan muchas puertas abiertas. La única manera es, confía, usar como gancho el nombre de Sert.