El presidente del Govern, Francesc Antich, protagonizó ayer una maratoniana jornada electoral en Formentera donde se reunió con los empresarios en la sede de la Pime, hizo una visita a las instalaciones del Consorci Formentera Desenvolupament, se reunió con las asociaciones de padres y madres de alumnos de la isla, inauguró el torneo juvenil de fútbol y cerró las intervenciones de dos mitines electorales de la COP celebrados en el Hostal Rosales de es Pujols y en el Col.legi Públic de Sant Ferran. Antich afirmó que la COP «llega a las elecciones con los deberes hechos» y señaló que los candidatos a la alcaldía y al Consell, Isidor Torres y Santi Ferrer respectivamente, «representan la nueva manera de hacer las cosas y en ellos descansa el futuro de la isla de Formentera».
El presidente y candidato a la reelección destacó que el Govern apuesta porque «los territorios resuelvan sus problemas desde la proximidad por cuanto proximidad significa implicación y conocimientos directos». Antich destacó en diversas ocasiones que «el paisaje es la mejor industria de las Illes Balears» y recordó que «no se puede hipotecar el futuro de las islas para poder llenar media docena de bolsillos agradecidos». Destacó los avances experimentados en Formentera en materia de residuos sólidos urbanos, de sanidad, la creación de un consorcio para paliar el déficit de infraestructuras de la isla, los pasos dados en materia de viviendas de protección oficial a las que seguirá una segunda promoción de viviendas dedicadas al alquiler y los avances, escasos, reconoció, en algunas materias referentes al transporte.
Por su parte, el alcalde Torres destacó que «Formentera es un laboratorio extraordinario para el seguimiento de los procesos derivados de la inmigración», una inmigración que en la Pitiusa menor alcanza hasta el 30% de la población, cifra sólo igualada por Austria y Suiza, lo cual llevó a indicar al candidato a la alcaldía que «no se trata de echar a nadie sino de dar la mano y abrirse a los recién llegados»; paralelamente Torres subrayó que la integración, el eje de la convivencia futura pasa ineludiblemente «por la lengua catalana y por el respeto y mantenimiento de la cultura autóctona sin olvidar, eso sí que todos cuantos aquí llegan tienen sus costumbres, lenguas y tradiciones, pero para vivir aquí hay que fomentar la convivencia porque de lo contrario nos encontraremos con una bomba de relojería difícil de desactivar».