D igo el despertar del almendro o resucitar del almendro, porque a
la caída de las hojas sólo queda el esqueleto con ramas secas y
arrugadas, hasta las primeras aguas o principios del año.
¡Es maravillosa la naturaleza!. De la noche a la mañana, se ve una
florecilla en algunas ramas secas arrugadas.
Es como si encendiera una luz, como si un corazón exalara un
suspiro, despertara o resucitara. Pero a la mañana siguiente
despertara con el corazón palpitante de alegría:
«¡Por todas partes se veían florecillas, una por aquí, otra por
allá, hasta salir a borbotones; apiñadas!».
Estas florecillas blancas y rosadas, transparentes como si fueran
de cera, con la brisa, parece que están bailando de alegría, como
si el almendro quisiera gritar:
«¡Estoy vivo! ¡Estoy despierto! ¡Vivo!, ¡Vivo!», como si gritara
para que todo el mundo se enterara de su alegría.
Las abejitas son las primeras en darles la bienvenida, con la
brisa, parecía que las florecitas estaban bailando y las abejas
revoloteando, parecía que también danzaban y de vez en cuando las
besaban.
Desde este día los campos están alegres y yo no me cansaría de
mirar por aquí y por allá, por todas partes, se ven rincones
preciosos para un pintor o para un poeta pueda hacer una poesía de
toda esta hermosura, al llegar la primavera.
Después, estas florecillas tan hermosas se van marchitando, y
cayendo, tristemente como lágrimas transparentes. Pero saben que
después de estar marchitas siguen adornando los campos, porque al
caer al suelo se vuelven a pintar hasta formar una alfombra, que
parece mágica.
Por esto te dijo un poeta: «Si muero que me entierren debajo de un
almendro».
¡Qué palabras más bonitas! Yo no soy poeta, pero me gustaría que me
enterraran debajo de un almendro, porque así sería como resucitar o
despertar como el almendro.
Con esta alfombra mágica todos los años, sería como cambiar de
sudario, esta mágica alfombra, estas florecillas muertas con su
hermosura parece una alfombra de cera, que también puede inspirar a
un pintor o a un poeta. Además adornarían mis restos, hasta el
final del mundo. Después de cortarle las ramas y el tronco,
quedarían las raíces enredadas con mis restos, sería como si
estuviese abrazada por el almendro para toda una eternidad.
Quisiera ser poeta para poder decir lo que siento por el almendro y
decirlo en verso como saben ellos.
Los poetas harían un cementerio menos triste, al pasar por debajo
de un almendro, no sería tan triste como pasear o andar por las
calles del cementerio, que uno se siente con el corazón encogido
por la angustia que causa la pena de haber perdido un ser querido,
un cementerio hecho por un poeta, al pasar por debajo de un
almendro diría una oración, pero la diría en verso para los seres
queridos
Despertar del almendro