Televisores desguazados, olor a cola y ruido de herramientas. Unas 10 personas trabajan en la inmensa nave situada en el polígono industrial Montecristo arreglando muebles, electrodomésticos o cualquier cosa susceptible de ser remozada. Son miembros de la Fundació Deixalles, una entidad sin ánimo de lucro que lleva a cabo este proyecto con el apoyo del proyecto Ecoempleo de Itinerarios Integrados de Inserción del SOIB y el Govern de les Illes Balears, y que tiene el objetivo de formar y reinsertar en el mundo laboral a personas en situación de exclusión social. Un camión se encarga de recoger a domicilio trastos viejos o no utilizados por aquellos que lo soliciten. El objetivo es dejarlo en condiciones para que pueda ser vendido y obtener así ingresos para sufragar las becas que perciben los trabajadores: tres euros y medio por hora. Una cantidad que quizás no es muy alta, pero que sirve para cubrir las necesidades básicas que estas personas tienen. No obstante el propósito principal de la fundación no es constituir una fuente de ingresos para los que forman parte de ella. Lo que se persigue es dotar a los becarios de unos conocimientos que les sirvan para poder defenderse en una sociedad que por las circunstancias que sean les ha dado la espalda.
No consiste sólamente en enseñarles un oficio con el que poder defenderse, sino dotarles de otras armas necesarias para optar a un puesto laboral, como ceñirse a unos horarios, la forma de presentarse o elaborar un currículum vitae. Para ello, además de trabajar en los talleres, asisten a unas clases en las que aprenden todo lo necesario además de desarrollar y debatir sobre temas que están de actualidad: «No pretendemos que los alumnos aprendan a arreglar una televisión o una lavadora, sino que se acostumbren a seguir una rutina de trabajo, acatar las órdenes de los encargados y trabajar junto a sus compañeros», señala Joan Carles Palerm, uno de los formadores. Iván Múñoz