Más de 150 niños con edades comprendidas entre los tres y los doce años se aproximaron a la historia de la isla durante toda la mañana de ayer. Los niños de las escuelas de verano de Puig d'en Valls, Santa Gertrudis y Jesús se desplazaron a ses Païsses de Cala d'Hort para disfrutar de diferentes actividades que sirvieron para que los más pequeños conocieran algo más las costumbres y tradiciones de Eivissa. Por segundo año consecutivo, el museo de Can Ros de Santa Eulària ha organizado una visita de tales características. «Las escuelas de verano que más acuden a estos talleres etnográficos son las de Santa Eulària; casi siempre suelen repetir», afirma Lina Sansano, directora del Museo Etnográfico de Santa Eulària. Para esta visita tan especial, ses Païses de Cala d'Hort se ha divido en diferentes espacios que albergaban varias exposiciones monográficas. Asimismo, los más de 100 niños se distribuyeron en grupos para que cuando uno de ellos visitara la necrópolis, por ejemplo, otro estuviera almorzando. «Controlar a tantos niños es muy difícil porque siempre hay alguno rebelde», afirma una de las monitoras que estaba al cargo de niños con cinco y seis años. Esta misma monitora cuenta que la historia es la parte que menos les interesa, pero a su vez resulta necesaria para que entiendan lo que están viendo. La directora de Can Ros afirma que los niños son los que realmente marcan el ritmo del recorrido: «Son ellos los que te dicen que tienen hambre, sed o que están cansados».
A medida que avanzaba la mañana, la algarabía generada por tantos niños juntos se vio elevada en sobremanera con la presencia de los medios de comunicación, pues o bien querían salir en la televisión o escuchaban atentos las preguntas de una entrevista.
La visita estaba compuesta por la muestra de la necrópolis, la música y explicación de los instrumentos de ball pagès y una breve descripción de es Vedrà y es Vedranell, entre otras actividades. Manos y caras llenas de harina, una monitora que decía «poco a poco, no tengáis prisa» y pequeñas muestras de lo que habían hecho ponían de manifiesto que de la amplia variedad de actividades ofertadas destacó la elaboración de pan pagès, que fue la que más gustó. Este pequeño trozo de pan una vez cocido y listo para comer es mordisqueado por los niños para probar lo que ha salido de sus manos. El museo Can Ros de Santa Eulària ha previsto organizar diferentes talleres de etnografía para que los niños de Eivissa aprendan la historia de la isla.
María José Real