La gente no está concienciada; hemos plantado la semillita, pero tenemos que crecer», cuenta Graciela Valín, dependienta de La Botiga Solidària, también conocida como s'altra senalla, que se encuentra en Avinguda d'Espanya. No obstante reconoce que por el momento esta tienda ha tenido buena aceptación: «Se está dando a conocer; poco a poco la gente toma más conciencia de lo que son porque detrás de cada producto hay una historia y se está ayudando a alguien desfavorecido». Esta opinión es compartida por María Serra, dueña de la tienda Corazón Verde: «Cuando alguien me dice que algún producto es caro le digo que es todo calidad, tiene una historia y que se ayuda siempre». Este comercio abrió en julio del año pasado y cuenta con productos de comercio justo y biológicos: «Mi idea es transmitir dos mensajes que también van unidos: solidaridad y ecología». El comercio justo, según cuenta Graciela, se fundamenta en una serie de principios: «Todos los trabajadores deben cobrar un salario digno, que a la vez es igual para hombres y mujeres, se evita la explotación infantil, se respeta el medio ambiente creando la mayor cantidad de productos ecológicos». Y añade: «Otro pilar básico del comercio justo es que las ganancias obtenidas se destinen en parte a la comunidad a través de la creación de diferentes servicios sociales, como hospitales o escuelas». Beatriz Cuchí es coordinadora de Cáritas parroquiales y afirma que las donaciones en la tienda de la fundación son constantes: «Siempre hemos tenido una buena respuesta de la gente, por ejemplo, el año pasado gestionamos 85 toneladas de ropa recibida».
María José Real