Bajo un cielo cubierto que amenazaba tormenta cientos de fieles se encaminaron ayer tarde hacia la pequeña iglesia de Sant Bartomeu para celebrar el día grande de su patrón. Dentro de la sala resonaban las lecturas sagradas que interpretaba para los devotos el párroco de Sant Jordi, Pedro Miguel, en una misa marcada por la solemnidad.
Tras la ceremonia, las colles encabezaron una procesión en la que sacaron a pasear las imágenes sagradas, pero que tuvo que acortar su recorrido cuando la lluvia fue cobrando fuerza. Como nota de color la comitiva religiosa se protegió de la lluvia con unos simpáticos paraguas con estampados de cebra y leopardo. Un acto pasado por agua que también contó con la presencia del alcalde de Sant Antoni, José Sala; del director insular de la Administración General del Estado, José Manuel Bar; la regidora de Fiestas, Lidia Prats o la consellera del PP Carmen Domínguez, además de otras autoridades y personalidades civiles. Pese a la lluvia, el festejo tuvo una gran expectación, sobre todo entre los turistas presentes, que no dejaron de inmortalizar con sus cámaras digitales cada paso del recorrido.
No obstante, el momento más emotivo fue cuando los sonidos de las flautas, los tambores y las castañuelas de la Colla de Can Bonet anunciaron el tradicionaball pagès, que tuvo que realizarse en el interior del auditorio. Asimismo, este año la Agrupación Folklórica Onís de Asturias realizó una selecta demostración de sus bailes tradicionales.
Por otra parte, en los aledaños de la iglesia muchas personas recorrieron los diversos puestos del mercado de artesanía que ofreció una gran variedad de sandalias, vestidos vaporosos y bisutería. Para concluir las actuaciones musicales continuaron el Moll de Ribera. Irene Luján