avid y Margaret Shau, Paul e Irene Armitage y John y Dodo Brae, fueron homenajeados ayer por la tarde en Sant Miquel en reconocimiento a su fidalidad turística que se traduce en 28 años de vacaciones ininterrumpidas en la isla.
El encuentro tuvo lugar en la casa turística Can Coves, donde se celebró una recepción con entrega de diplomas por parte del concejal de turismo, Jaume Marí. También se les obsequió con una pareja de payeses de cerámica y un ramo de flores para cada una de las parejas.
Se trata de tres hermanas del norte de Inglaterra y de sus maridos, que año tras año regresan a la isla para disfrutar del puerto de Sant Miquel y de Portinatx. «No sé si son los primeros turistas tan fieles pero lo que sí sé es que son los number one», les elogiaba José los Certales, ideólogo de este homenaje y propietario de Casa Maya, un hotel rural de Sant Llorenç donde esta gran familia se suelen alojar. «Hemos querido darles gracias de esta forma», agregó.
Margaret Shau, una de las homenajeadas de ayer, aseguró que esta es la cuarta vez en el año que vienen a la isla. «Hemos venido en mayo, julio, septiembre y octubre. Volamos muy seguido a la isla, nos parece un sitio maravilloso, y cada vez que vengo siento que vuelvo a casa», aseguró la señora Shau, que ayer además tenía otro motivo para celebrar como fue la boda de su hijo Simon y su novia Helen, que no quisieron dejar de pasar la oportunidad de casarse en Eivissa. Toda una herencia de estrecha relación familiar con la isla que comenzó a forjarse en 1981. «Adoramos esta isla desde el primer momento en que la vimos. Es muy relajante, por eso venimos varias veces entre mayo y octubre», señaló Margaret.
Con las mejores galas de boda y, ahora, con el reconocimiento insitucional por su fidelidad turística, esta gran familia se despide hasta el año que viene cuando comenzará, nuevamente, a realizar sus visitas a Eivissa, una isla en la que también encuentran sus lugares favoritos. «Nos gusta todo el norte y, sobre todo, los rincones que estén lejos de la carretera. Siempre que sean lugares tranquilos, lugares que siguen siendo tan relajantes como la primera vez que vinimos», concluyó Margaret. lL. Aversa