Herminia Caballero es integrante de Associació de Voluntaris per a Persones amb Discapacitats, Magna Pityusa, en la colabora desde hace cuatro años. Es una labor que combina con su trabajo en la residencia Can Blai de Santa Eulària y con su papel de madre de familia. «¿De dónde saco el tiempo? Pues con alguna disputa en casa porque me voy. Pero bueno, me llevo a mi hija y también a mi sobrina. Me arreglo bien porque cuando quieres hacer algo te buscas el tiempo», asegura esta voluntaria, que comenzó con esta labor atraída por la idea de «poder ayudar a los que lo necesitan». «Yo tengo también una minusvalía en un brazo, es muy poquita cosa, pero bueno, me impulsó el poder ayudar a personas que lo necesitan. Porque realmente estamos acostumbrados a ver que cuando hay una persona con una discapacidad la gente no le hace caso. Y a mí me gusta escucharlos, darles mi opinión y mi consejo, y esto me ayuda mucho a seguir adelante», agregó.
Este aporte al que Herminia hace referencia es, además, mutuo. «Me aportan de todo, he aprendido mucho desde estoy con ellos. Por ejemplo, he aprendido a valorar las cosas mucho más de lo que las valoraba antes», destacó sobre una labor que, confiesa, no podría hacer si verdaderamente no le gustara. «Tiene que gustarte ayudar, si no te gusta no puedes, porque esto es darlo todo y no recibir nada, aunque nosotros recibimos mucho. Vale la pena porque el que te den un beso, que te cuenten una cosa, son las recompensas más grandes».R.D