El principal objetivo es usar la música como un medio de expresión y comunicación; programamos las sesiones con diferentes actividades y siempre utilizando la música como medio comunicativo», afirma Neus Marí, una maestra y psicopedagoga que en la actualidad está cursando un máster en musicoterapia y dirige desde el año pasado un taller de Asociación Pitiusa de Familiares de Personas con Enfermedad Mental (Apfem) de esta especialidad para niños con edades comprendidas entres los cinco y los 17 años.
En estas sesiones de hora y media, los niños con algún tipo de enfermedad mental (generalmente suelen padecer autismo, según explica Neus) consiguen conectar con el resto de personas y mostrar más sus sentimientos y emociones. Estos beneficios son muy importantes: «Hay chicos que no son capaces de decir una palabra y a través de la música, por ejemplo, cantando consiguen emitir sonidos o decir algo», destaca la musicoterapeuta. Los instrumentos que suelen utilizar son de percusión: «Les encantn los tambores y los timbales», puntualiza Neus. A través de ritmos que a veces marca la profesora o en otras ocasiones surgen de manera espontánea entre los asistentes, se crea una comunicación no verbal que al mismo tiempo genera un vínculo con el resto de personas que se encuentran en la sala, según explica Neus. En estas sesiones también trabajan la expresión corporal: «Acompañamos de baile todas las canciones que podamos porque la gestualidad es muy importante a la hora de comunicarse». Asimismo, la relajación también tiene lugar en estas sesiones de musicoterapia: «Con la relajación conseguimos que se evadan un poco de la realidad; de vez en cuando solemos leer algún cuento».
Los principales beneficios para estos niños se centran en la posibilidad de establecer una comunicación con el resto de los compañeros: «Aumentan el conocimiento sobre sí mismos, se van muy relajados y muy felices y a la vez aprenden mucho sobre música e instrumentos», afirma Neus.
María José Real