Una explosión de luz y color inundó ayer cinco minutos después de medianoche el cielo de Eivissa para cerrar oficialmente la festividad de Sant Ciriac. Media hora antes del inicio del espectáculo pirotécnico, las zonas desde donde se podían ver mejor los fuegos, como el monumento a los corsarios, se fueron llenando de turistas y residentes que quisieron disfrutar del fin de fiesta en compañía de sus compañeros sentimentales, amigos o familia. En total, 3.100 kilos de pólvora que la empresa Garuda lanzó con el sistema digital Syncrolite en forma de palmeras, corazones, estrellas, planetas y volcanes, 41 conjuntos que dejaron con la boca abierta tanto a pequeños como a los más mayores que decidieron contemplar el espectáculo sentados en las rocas. Y para no perder ningún detalle del espectáculo muchos de los asistentes hicieron fotos y grabaron con sus cámaras. A diferencia de años anteriores, no hubo fuegos en el agua porque según comentó José Ortega de la empresa Garuda: «No hemos podido por el tema de la obra del dique».
El primer gran aplauso de la noche surgió de la masa de público a los diez minutos de iniciado el espectáculo, y aún hubo dos ovaciones más. Veinte minutos después de medianoche, el público empezó a disiparse con la imagen de la fusión de colores y formas todavía reflejada en sus retinas.