El Ajuntament Vell de Formentera acoge hasta el próximo 18 de septiembre, en horario de mañana y tarde, la exposición Solitud estampada de Celia Jiménez, que supone un paso más en su trayectoria artística confirmando el cambio sustancial experimentado con su exposición de abril de 2008, Enganxa'm en un quadre. En esta muestra usó todo tipo de materiales que iba encontrando: «Cada uno de los elementos que caen en mis manos, tienen una súplica concreta que vendría a ser 'dáme un valor, córtame, tíñeme, fraccióname, pero úneme a otros para reutilizarme y transformarme' y para ello con el collage busco esta finalidad», expresó la artista.
Madrileña de 47 años, afincada en la isla desde hace dos décadas, Celia Jiménez es autodidacta y comenzó en un puesto en el marcado artesanal de la Mola donde ofrecía cuadros de arena, libretas pintadas a mano y puntos de libro entre otros productos, todos ellos con un claro estilo naïf.
Sin embargo, la evolución se constata con esta exposición Solitud estampada en la que presenta quince lienzos y un cilindro de tela, collages todos ellos, pues incorporan el objeto-material cuya función de sello-estampa realiza el resto de la obra. Con ese sistema Jiménez reduce al mínimo el empleo de brochas y pinceles ya que son los propios objetos los que dan forma y color a sus ideas. «En esta composición, que une un objeto con su estampa, he querido encontrar uan dimensión propia. Estampa y objeto han de mantener una tensión que encauce la visión hacia 'ese mundo alternativo' cuya búsqueda alienta mi trabajo», explica la artista.
Jiménez siente que la tensión obliga tanto al objeto como a su reflejo a suplantar otras identidades, necesarias para la comprensión de la imagen representada.
Y en su obras el objeto-material está presente, sean botones, lijas, trozos de una bufanda o un vestido, fragmentos de palmera o cualquier otro objeto que sirve para dar entidad física a la plasmación, pero que al mismo tiempo también acaba formando parte del invento. Jiménez afirma que Solitud estampada habla de la soledad del artista «pero también de la soledad del espectador en ese instante fugaz en el que su mirada da vida a su propio mundo alternativo», precisa.
Según la autora, que se enfrenta a cada lienzo y a cada idea como un nuevo reto interactivo «en este caos de huellas que destruyen, que transforman, en éste en ocasiones lamentable mundo real, la singularidad de la mirada del espectador construye otra realidad posible».