Hace algo más de un año, David Rodríguez, monitor de circo, decidió emprender un proyecto educativo y artístico de sensibilización social para niños de entre cinco y 12 años residentes en uno de los pueblos turísticos más conocidos del desierto del sur de Marruecos, Hassi Labiad. A través de clases en las que los niños trabajaban las artes circenses (equilibrios, cuerda floja o trabajos en tela, por ejemplo), el proyecto Somos Uno aborda temas sociales que preocupan a los más jóvenes. «Lo bueno de esta iniciativa es que en el primer mes voy por los colegios presentando el proyecto e informando de la campaña. En esta parte más teórica es cuando ellos deciden qué temas tratar; en la primera fase del proyecto quisieron hablar de las desigualdades de género o de ecología, por ejemplo», explica Rodríguez, que agradece la colaboración del Ayuntamiento de Sant Josep en la primera fase ya acabada.
En la actualidad, David y su compañera Carol se encuentran ya en esta región del sur de Marruecos con la intención de impulsar la segunda fase de Somos Uno en la que, además de dar clases a niños, también lo harán a jóvenes de entre 12 y 20 años. «Además de concienciar socialmente, lo que queremos es crear un grupo artístico que vaya por colegios presentando espectáculos. La intención es que una vez que hayan aprendido ello las técnicas circenses, sean ellos mismos quienes continúen con el proyecto, con el grupo artístico de manera que tengan una salida profesional más».
Y es que, según cuenta Rodríguez, los niños de Hassi Labiad acaban el colegio y empiezan a trabajar en el sector turístico (principal motor económico de la zona), ya sea en hoteles o como guías turísticos, por lo que ven limitadas sus capacidades profesionales. El proyecto Somos Uno pretende además ampliar las salidas laborales de los más jóvenes de la región, pues conociendo el mundo del circo pueden crear grupos artísticos e ir de gira por la zona. A este objetivo más práctico se suman la mejora de la autoestima de los más jóvenes en un ambiente seguro y no competitivo, el compromiso con la expresión cultural y la justicia social, trabajar el tema de los derechos humanos o el fomento de la conciencia social, entre otras metas más específicas.
La primera fase del proyecto llegó a más de 150 niños y más de 700 personas vieron los espectáculos. El impulsor de esta iniciativa pretende aumentar esta cifra.«Esperemos que vaya muy bien y que lo consigamos», concluyó David Rodríguez, que acabará esta segunda fase del proyecto, presupuestada en 3.500 euros, con su compañera Carol en enero del año que viene