Esta es la historia que demuestra que en ocasiones los sueños se hacen realidad si se aplica el esfuerzo necesario. Este es el caso de Jose, Sergio, Laura y Josefina, que mientras estaban en Murcia en el paro, decidieron liarse la manta a la cabeza y restaurar un barco del año 1976 con sus propias manos.
Era la Goleta Fanfan, un maravilloso ejemplar clásico de acero de 16 metros de eslora construída en Francia como modelo único según el diseño de su armador, el francés Jean Dereux, que andaba varado en algún lugar de ses Païsses.
Cuando lo vieron el flechazo fue instantáneo y decidieron que tenía que ser suyo. Lo adquirieron y se pusieron manos a la obra en el año 2007, y con historia de amor por medio como la que vivieron Sergio, el primogénito, y su novia Laura que se conocieron durante la restauración, por fin pudo hacerse a la mar en agosto de 2010 bajo el nombre de Goleta Josephine.
Atrás quedaron muchos sudores en cubierta estando en tierra, zumbido de radiales y pulidoras, o pinturas de distintos colores, que han conseguido transformarla en una auténtica joya que despierta admiración allá por donde va.
Llama la atención su amplio camarote de popa con dos camas, armarios y tocador con espejo y lavabos incluídos en el que Dereux, expiloto de aviación de ochenta años, dormía cuando el barco era su casa. Ahora es la de Sergio, Laura y Jose, que viven encantados en este particular hogar por el que no pagan alquiler y en el que según Sergio «tenemos como maravilloso jardín un mar entero para nosotros». Y es que su vida a bordo, es prácticamente igual a la del resto de la gente salvo porque, como afirma Laura entre risas, «para llegar a casa tenemos que coger una barca neumática». Incluso tienen animales domésticos. En este caso se trata de su gata Janicce, que además, recientemente ha parido cinco gatitos, que han hecho aumentar aún más la familia a bordo.
El invierno en Murcia
Además la panza azul cobalto de la Goleta Josephine , su bitacora de madera de iroco, su s asientos, su tarima en la bañera, su mesa de cartas, o sus coquetos visillos en las ventanas laterales, son la envidia de muchos de los barcos con los que se han cruzado en su viaje desde Murcia donde ha pasado el invierno. Según Jose, el jefe de familia, «fueron 21 horas increíbles donde disfrutamos del mar, y sobre todo vimos muchas tortugas, delfines, medusas florescentes y sobre todo muchas botellas de plástico».
Ahora, tras varar unos días en la bahía de Sant Antoni la Goleta aguarda pacientemente a que empiece la temporada veraniega para empezar con sus excursiones de un día. Están pensadas para diez personas, ya que siempre van dos personas como mínimo como tripulantes, Sergio que tiene el título de patrón de navío, y su novia Laura, que hace las veces de azafata.
A bordo se pueden visitar de los mejores rincones de la Isla e incluso viajar hasta Formentera. Según Jose, el padre de Sergio, «durante este tiempo hemos vivido de todo, desde una pareja de ingleses que se tiraron todo el trayecto leyendo un libro cada uno y sin hablarse hasta una pareja de norteamericanos que querían probar todo lo del barco, ya que aquí, si se quiere les enseñamos a usar las jarcias, izar las velas e incluso ponerse en el timón durante parte del trayecto».