María Asunción Casmión y María Pilar Rueda asistieron ayer a la misa solemne del día grande de Puig d'en Valls con el grupo de baile La Puebla de Alfinden, de Zaragoza. «Somos familiares de algunos de los que están en el grupo de baile; hemos venido con ellos. Nos hospedamos en Santa Eulària y ayer [por el sábado] estuvimos paseando por el casco histórico de la ciudad de Eivissa», explicaron ayer estas dos mañicas a la salida de la homilía oficiada por el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura.
Uno de los comentarios que más se pudo escuchar entre vecinos y turistas fue el tiempo, pues el día amaneció gris e, incluso, llegó a chispear durante la misa, pero finalmente la lluvia respetó la procesión, la exhibición de bailes típicos y el tradicional desfile de carros. Con manga larga, chaquetas, los más previsores con paragüas e incluso hasta algún poncho de lana, quienes se acercaron ayer a Puig d'en Valls se concentraban en la plaza del pueblo tras la procesión y a la espera de la demostración de jotas y ball pagès. «Que me lo digan a mí si hace mal tiempo, que he salido de casa vestida de verano y mírame ahora, con un poncho porque tengo frío», explicó Lourdes, una vecina de Vila que fue a las fiestas de este pueblo en compañía de su amiga Nieves, que comentó: «Lo que más me gusta de Puig d'en Valls es que es un lugar tranquilo, no hay tanto bullicio como en la ciudad y al mismo tiempo está cerquita de Vila».
Mientras la colla de ball pagès del pueblo, Els xacoters de sa Torre y el grupo invitado de Zaragoza se abrían paso para empezar a bailar, algunos preguntaban de dónde eran los grupos: «Los de blanco [la colla Puig d'en Valls] llevan la barretina catalana y los otros, ¿de dónde son?», preguntó Joan, un turista de Barcelona a un vecino del pueblo.
Más tarde, el desfile de carros cerró la jornada festiva.