El conseller de Política Educativa en funciones, Marià Torres, y la delegada de Educació del Govern, Laura Carrascosa, entregaron ayer las placas acreditativas a cinco escuelas infantiles públicas de Eivissa (Vila; Cala de Bou, Cas Serres, Es Fameliar y Ses Païsses), durante un acto que se celebró en el salón de plenos del Consell que se convirtió en una despedida.
«Seguid exigiendo; exigir incomoda, pero si los educadores que educan no son críticos cómo se ha de enseñar a ser críticos a los niños. Es una garantía para la sociedad y para nuestro futuro. Está en vuestras manos y de otros responsables políticos que les corresponde coordinarlo. Me quedo muy tranquilo porque sois unos profesionales extraordinarios», dijo el conseller a los responsables de las escuelas infantiles.
Torres agradeció el trabajo de las profesionales de estos centros infantiles lamentando el poco respaldo de la sociedad: «Si las escuelas públicas tienen este prestigio es por el buen trabajo del día a día. La sociedad no es consciente muchas veces de lo que supone batallar día a día para mejorar el servicio, pero las familias sí porque reciben este beneficio; pero la sociedad lo ve como una cosa más de la vida, pero no son guarderías para almacenar niños». En su opinión, es importante que «esta primera experiencia de socialización y de educación sea lo más interesante posible».
Oferta «extraordinaria»
Torres calificó de «extraordinaria» la oferta de plazas públicas de 0-3 años con la creación de las nuevas escoletes y de 251 plazas en la isla de Eivissa.
Laura Carrascosa, por su parte, recordó que en su etapa como maestra de Educación Infantil ya se planteaba esa «visión educativa no asistencial» de la etapa de 0-3 años. «No es un lugar donde dejar a los niños sino una etapa muy importante para su vida», destacó.
Con la entrega de estas placas acreditativas se le hace un reconocimiento oficial a las escoletes por la labor formativa que realizan con los niños de entre 0 y tres años.
El año pasado ya se entregó una placa acreditativa a un centro privado, Mafalda, al conseguir la autorización como escuela infantil. Otros centros públicos de la isla han ido recibiendo la autorización y otros públicos, como la nueva de Santa Gertrudis, también disponen de ella.
Una certificación que ha supuesto realizar reformas
Esta acreditación certifica que las escuelas infantiles reúnen todos los requisitos de espacios físicos, equipamientos y ratios «igual que si fuera un centro de Primaria y Secundaria», precisó el conseller.
Para lograr esta certificación, los centros han tenido que realizar reformas de sus espacios. El conseller en funciones reconoció que esa ha sido «una de las incomodidades de los empresarios y también de las escuelas públicas» ya que se han tenido que adaptar a las normas de seguridad para evitar caídas y revisar las ratios de los centros.
De hecho, se han tenido que reducir incluso las plazas para los bebes, pasando de ocho a siete.