«Fue una situación de nerviosismo y pánico cuando la gente empezó a ver que el humo llegaba a la playa y no les dejaban salir», comenta Lucila Mougan, encargada del restaurante Elements de Benirràs.
Hoy se cumple un año del incendio que dejó casi 400 hectáreas de suelo quemadas tras tres días de intensas llamas.
La playa está tranquila: los restaurantes siguen con su actividad y el parking no denota una saturación de coches. A pesar de esta calma, los testigos del incendio recuerdan los hechos a la perfección.
Lucila no quiere que una situación así vuelva a ocurrir, por lo que exige responsabilidad por parte del Ayuntamiento de Sant Joan. «Es muy reprochable el hecho de que no faciliten accesos para bajar a la playa. La gente tiene que aparcar en el cruce de Sant Miquel y bajar andando, lo que es peligrosísimo», explica, a lo que añade que «lo primero es la seguridad de la gente, y por parte del Ayuntamiento y la policía lo único que hacen es cortar el tránsito».
Esta chica también se lamenta por las medidas tomadas frente a los llamados hippies que frecuentan Benirràs: «Hace tiempo a ellos les requisaban los tambores y les registraban, mientras que al resto de la gente no».
Problemática
Iñigo Allende, vigilante de la playa, recuerda la catástrofe desde el punto de vista de un turista que visitaba Benirràs un domingo: «Yo estaba en los embarcaderos y vi como la gente quería llevar su coche a la arena, lo que a mí no me pareció muy buena idea. A partir de ahí, explosiones, humo negro y fuego».
Para él, lo importante no es «buscar responsables ni cargarle la culpa a nadie», sino tomar precauciones: «Un año después, la zona sigue estando súper seca y no hay mantenimiento de los bosques. En el momento del incendio solo se le dio importancia a salvar las casas, sin pensar en los años que tarda en reforestarse un área tan grande».
Iñigo concluye diciendo que el problema de Benirràs fue y sigue siendo la sobresaturación de turistas que sufre los domingos. «Meter a más de 2.000 personas en una playa así es mortal para la naturaleza; al final tiene que pasar algo malo».
Vicent Torres, encargado del restaurante 2.000, apunta que Benirràs, hoy en día, cuenta con un serio problema de parking, ya que «caben pocos coches y quién se encuentra una multa al regresar, no vuelve». «Se dice que se va a hacer un parking de pago, pero por el momento no. A las doce del mediodía ya no cabe ningún coche».
Torres añade que «a pesar de que no se ha notado un bajón de gente, hay mucha que piensa que desde el año pasado la playa está devastada, y no es cierto. La playa en sí no sufrió daños, solo el terreno que la envuelve».
A pesar del extenso campo quemado, algunas hectáreas de terreno ya dejan ver brotes verdes. Dos bañistas, vecinos de la zona, comentan que «las medidas tomadas en su momento fueron buenas, y desde entonces se ha comenzado a replantar el lugar. A ver si algún día se puede volver a ver como antes».