Muchos de los 133 afiliados que tiene la ONCE en Eivissa acudieron ayer al paseo de Vara de Rey para celebrar el día de esta entidad y para demostrar, como afirmaba Mariano Torres, su director en Eivissa, «que somos ciudadanos igual que el resto».
Junto a él también estuvieron la alcaldesa de Eivissa, Marienna Sánchez-Jáuregui; la consellera de Sanidad y Bienestar Social, Mercedes Prats; la Consellera de Sanidad, Familia y Bienestar Social del Govern balear, Carmen Castro, y la Defensora del Pueblo, María Luisa Cava de Llano.
Ésta última fue de las más aplaudidas de toda la jornada cuando afirmó que el de ayer era «un día para demostrar todas las habilidades de las personas ciegas que no ven con los ojos del cuerpo sino con los ojos del alma».
Pruebas y talleres
Para ello, en este paseo de Vila se instaló un circuito de movilidad para que todos pudieran vivir de primera mano la problemática de este colectivo, y se impartieron una serie de talleres, sumamente participativos y amenos.
Con todo ello se buscaba, según Mª Carmen Soler, presidenta del Consejo Territorial de la ONCE, «enseñar principalmente nuestras facultades y nuestra capacidades y demostrar que, aunque no veamos, somos personas con otro tipo de capacidades distintas al resto».
De todo ello informaban Silvia López e Inmaculada Caro, dos trabajadoras y vendedoras de Santa Eulària y Eivissa respectivamente. Con su entusiasmo derribaban desde el primer momento cualquier barrera y gracias a ellas muchos niños se acercaban a jugar al ajedrez especial para ciegos o a tener contacto con el braille, el sistema de lectura y escritura táctil pensado para este colectivo.
Un poco más allá y con las mismas ganas estaban Alejandra Siegrist y Josep Ferrer, voluntarios de Sa Nostra. Ellos eran los encargados de dar a conocer su programa 'Educar en Valores' y lo hacían con pruebas tan diversas como aprender a usar la mano que no es la dominante para ponerte en el papel de una persona con deficiencia o usar mímica para comunicarte como si fueras sordomudo.
Sin embargo, de todo lo que había ayer en el Paseo de Vara de Rey lo que más éxito tuvo fue el circuito de movilidad en el que niños y adultos, con los ojos vendados, se tenían que poner en la piel de una persona invidente. Y es que fueron muchos los que se atrevieron con el reto de regatear con el bastón un coche, conos y señales, barreras que todos los días se encuentran los hombres y mujeres de este colectivo.
Uno de ellos fue Josep Lluís, un niño de nueve años que terminó el recorrido muy contento, y que acudió porque sus padres le animaron «como una forma de que se conciencie desde pequeño de que hay otros que no tienen nuestras ventajas y por eso tenemos que ayudarles en todo lo que nos sea posible».