Que la fiesta del Fons Pitiús se haga siempre en octubre no es coincidencia, pues esta entidad se creó en este mes hace doce años. La convocatoria lúdica tiene lugar cada año en alguno de los municipios colaboradores del Fons. Para celebrar ayer la undécima edición, el lugar elegido fue el passeig de ses Fonts de Sant Antoni donde 11 de las 13 ONG inscritas participaron activamente en los talleres y ofrecieron información sobre sus proyectos y objetivos. «El objetivo es mostrar de manera pública y amena lo que hacemos en el Fons Pitiús, que es financiar proyectos de cooperación para el desarrollo y aglutinar diferentes ONG que trabajan en cooperación al desarrollo; en la fiesta también muestran su trabajo», destacó Fina Darder, coordinadora de esta organización.
El tema elegido para este año es el Mediterráneo. Bajo el lema Mou-t amb la meditterània, el público pudo conocer aspectos arquitectónicos, culturales, folclóricos o gastronómicos que se han ido transmitiendo con el paso de los años y que tienen que ver con nosotros. Para trabajar este tema, el Fons Pitiús invitó a los pequeños de las escuelas de Sant Antoni a participar haciendo dibujos y proyectos. El éxito fue rotundo y se pudo ver en una exposición de dibujos infantiles que mostró qué es para los pequeños el Mediterráneo: «Tengo que destacar la participación de Can Bonet, Santísima Trinidad, Can Coix y Guillem de Montgrí. Han hecho dibujos, murales, maquetas e incluso han fabricado una noria. Estamos muy contentos con la participación infantil», apuntó Darder.
A esta exposición se sumó la muestra fotográfica de los alrededor de 20 proyectos que financió el Fons Pitiús el año pasado. Este ejercicio la cifra de proyectos que impulsan es similar, aunque el presupuesto se haya recortado 100.000 euros, pues de los 900.000 han pasado a 830.000 euros, según señaló Fina Darder. «La crisis sí que está afectando a las ONG, que han tenido bajas de socios, en apadrinamientos y colaboraciones económicas», precisó la coordinadora. En la fiesta también hubo lugar para la comida y bebida de comercio justo y talleres donde se podían pintar mandalas o escribir el nombre en hebreo o árabe, un espectáculo de danzas del mundo, los juegos, cuentos y magia del payaso Cachirulo y su ayudante Amapola, que entretuvieron tanto a pequeños como a los más mayores.