La gasolinera de Santa Gertrudis está a punto de reabrir. Un cartel anuncia que será en junio, aunque toda apunta a que a los trabajadores no les va a dar tiempo a acabar antes de julio o incluso agosto. «Mejor, mejor; que no tengan prisa por acabar, que esta vez lo hagan bien», advierte un vecino que por la zona el viernes por la mañana.
El sellado defectuoso de los tanques causó entre 2001 y 2002 lo que, en el juicio, algunos expertos calificaron como la mayor catástrofe medioambiental de Balears ocurrida fuera del ámbito marino. El combustible se filtró de los tanques y contaminó los acuíferos de la zona de manera que, todavía hoy, el agua está muy lejos de ser potable. Se calcula que se filtraron entre 20.000 y 30.000 litros de combustible. El administrador único de Hidrotechnik España -ahora la explotación pertenece a Microclima Desarrollos S. L.- fue condenado por el Juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa a una pena de un año de prisión y a indemnizar a los once vecinos de la gasolinera afectados por las filtraciones con cantidades que, en suma, rondan los 270.000 euros.
La sentencia fue apelada y la Audiencia Provincial absolvió al administrador único de Hidrotechnik España, un hombre de nacionalidad alemana, de manera que ninguno de los afectados ha sido resarcido. Los magistrados de la Audiencia argumentaron que la sentencia del Juzgado de Penal 2, en uno de los capítulos, se aludía a un segundo vertido de combustible que consideran que no quedó probado que existiera.
Si bien la sentencia de la Audiencia Provincial dejó abierta la puerta para que los afectados reclamaran indemnizaciones por la vía civil, los gastos generados por el juicio penal han quitado a los vecinos las ganas de iniciar un nuevo proceso, ya que, para empezar, según los testimonios de los afectados, les piden 30.000 euros a cada uno para comenzar una nueva aventura judicial de la que, comprensiblemente, todo el mundo duda. A esto hay que sumar el hecho de que el Govern balear gastó algo más de dos millones de euros en la descontaminación, un dinero que, al menos por ahora, no tiene visos de ser recuperado.
«Igual o peor»
«Yo no me voy a callar: está claro que la justicia es para los ricos, y será legal que vuelvan a abrir, pero éticamente deja mucho que desear», apunta Pepe Súñer, el primer vecino en detectar el vertido. «El acuífero está igual o peor y cada vez que llueve aumenta la contaminación; en la noria [con la que extrae el agua de su pozo] encuentro como tres centímetros de una sustancia grasienta que huele a combustible», explica absolutamente indignado. Después de gastar más de dos millones, el Govern balear detuvo los trabajos de descontaminación y ahora se espera que trabaje la naturaleza. Según los cálculos de la Conselleria de Medi Ambient, en cinco o diez años, como mínimo, la contaminación podría haber desaparecido. Cati, otra afectada, se expresa en el mismo sentido: «Nadie puede estar contento con la reapertura, sobre todo con el trato que nos han dado». Joan, que vive frente a Can Caus, apunta: «Pues si lo hacen bien, me parecerá bien que abran; y si no, que no lo hagan». «Es un beneficio para todos, porque así no tenemos que ir a Eivissa o Santa Eulària para repostar, aunque la verdad es que se portaron muy mal, y no dieron la cara», concluye.