Las rebajas a menudo se convierten en un tema de debate: ¿realmente favorecen el comercio? ¿se hacen en la época adecuada? Las grandes marcas, por lo general, las defienden, pues les sirven para deshacerse de los stocks acumulados y para fidelizar clientela. Pero las impresiones cambian cuando se pregunta a los pequeños comercios.
«Las tiendas de ropa mandan y si ellas hacen rebajas, los demás también tenemos que hacerlas, aunque seamos de otro gremio», explica Gisela, dueña de una tienda de decoración y complementos. Como ella, son muchos los comerciantes que aseguran hacer descuentos porque se ven presionados por la competencia: por todos es sabido que el cliente busca esa oferta que mejor le convenga y los vendedores deben adaptarse a estas necesidades.
«Yo hago descuentos de entre el 30 y el 50% y ya no bajo más los precios porque no me sale a cuenta», asegura Gisela, que compara su filosofía de precios con la de las grandes firmas que pueden alcanzar rebajas de hasta el 75%. Gloria, que posee una tienda de ropa, tiene la misma opinión: «Yo no hablo de rebajas, hablo de descuentos porque más allá del 20 o del 30% no puedo ir», asegura la comerciante, que aún así no siempre sale «ganando». La dependienta es tajante al juzgar la influencia de las grandes marcas sobre el pequeño comercio: «Las franquicias se nos comen y tenemos que luchar todo el año para sobrevivir, no solo durante las rebajas».
Estacionalidad
¿Y cuándo es el mejor momento para ofrecer descuentos? Para Gisela es todo un error hacerlos en pleno verano: «Estamos en plena temporada, cuando vienen los turistas y aunque ya no sean tantos como años atrás, son mis principales clientes y para mí es inútil bajar los precios cuando más vendo». La vendedora considera que cada uno debería poder elegir libremente cuando promocionar sus productos, pues para ella, «el mejor momento sería en invierno».
Lorena es más radical: «las rebajas no deberían hacerse nunca en un sitio como Eivissa, donde la temporada es cada vez más corta». Esta dueña de una pequeña boutique del centro de Vila admite que se ve obligada a promocionar sus productos porque «la gente viene una semana antes fijándose en la ropa y después vuelve buscando precios inferiores». Esta es la única opción que le queda para ser competitiva con las grandes franquicias y para poder «vender algo, porque ya no viene nadie a comprar, ni en verano ni en invierno».
Por su parte, Carmen, que vende artículos para los niños, asegura no verse afectada por la estacionalidad: «Cuando tú buscas algo para ti mismo, te esperas a que sea barato, pero a tu hijo le compras las cosas cuando le hace falta», por lo que baja los precios de sus productos en los períodos de rebajas estipulados. Sin embargo, la dependienta asegura que no vende más en período de rebajas.
Otro de los problemas que se suelen denunciar son las rebajas encubiertas durante el año. Aunque es ilegal anunciar descuentos, muchas grandes marcas los realizan a escondidas, a veces incluso pocas semanas antes de que empiece el período establecido para las rebajas, para adelantarse a su competencia. Otras, en cambio, optan por aumentar los precios para dar una imagen de promoción cuando llegan los descuentos, cuando lo que hacen en realidad es restablecer los valores originales.